CARTA LA PATRÓN
Publicado en Nov 01, 2009
Carta al Patrón (I)
Desde el obraje maderero, de la selva, el corazón escribió un mensú esta carta al patrón. Patrón, acá las cosas cambiaron desde que usted se fuera, cuando a los extranjeros vendiera El Obraje "El Edén". Vinieron los nuevos patrones reunieron a los peones y las cosas no fueron iguales. Allí mismo mezclaron oficios y diligencias haciendo tal mezcolanza que ningún papel alcanza para contarle, con claridad la cosa. De un repente los capataces somos peones y algunos peones capataces. Pero ya no valen los capaces en el sano oficio de mandar, ni gana quien más trabaja, ni recibe mejor paga el que de sol a sol suda, sino que es la verdad desnuda que gana el que más vaga. No hay para los "anotados" como rebeldes domingos ni feriados; todos los días son buenos para talar en el obraje. Y aún así, trabajando sin demora vuelve el pobre paisano a su casa sin un mísero puchero para la olla. Usted, nos decía cuando empezaba el día en la fresca alborada de la selva "Vamos muchachos, hay que trabajar" hoy antes que el sol apunte en el horizonte sin mates, chipas, ni reviro -Arriba, haraganes, nos gritan, silbando al aire los rebenques, o es que piensan vivir sin hacer nada. Y la nada de ellos es romper el lomo muchas horas a machete en la picada a hacha contra el árbol con los tientos en la jangada. Hoy se trabajan muchas horas más no se hace, por más que se trabaje en diez horas, lo que con usted se hacían solo en tres. ¡Qué distintas son las cosas! Usted, conversaba en el fogón; nos contaba que había una patria, una bandera. Un escudo y una nación. Recuerdo aquello y le juro que nuestra vida era una eterna primavera así helase, así lloviera vivíamos bien patrón. Añoro cuando usted, decía en la rueda amiga del fogón que canta la cuerda templada Y gime la descuidada. Cuando usted mandaba en la música de la vida, nosotros cantábamos. Hoy gemimos bajo el yugo como gimen las cuerdas destempladas. ¿Se acuerda, Aquel 9 de Julio? Cuando nos reunió en su casa e hizo que un rústico mástil de madera flameara la bandera nacional y dijo que ella era orgullo del Globo porque de uno u otro modo irradiaba libertad. Añoramos su sombra acá. Aquí ya no brilla el sol de aquella bandera que no olvido. Acá patrón amigo ni el sol brilla ya. Antes teníamos rancho, nuestros niños mantas y cunas hoy vivimos entre ramas y nos emponcha la luna. Ya no hay yerras ni asados, esto parece la milicia: Los patrones, coroneles, bien vestidos y de corceles; los capataces, los sargentos meta guacha a los descontentos. El peón es el recluta que todo el día trabaja por el sustento. Usted, sufría cuando alguien estaba enfermo; se llegaba al rancho, viendo de los pobres, sus problemas. Pero hoy que ni rancho nos queda, nadie llega a preguntarnos, si tenemos hambre, frío o sed; si está enfermo algún crío o si tenemos qué comer. Patrón, usted, decía en Mayo: que en la inmensa pradera social de la Argentina pobre ni rico había cuando la bandera nos cubría desde el cielo, de donde la copiara su ilustre creador. De esa Bandera, ni el solcito nos calienta sino el día que es para votar, nos dan pilchas nuevas y algunos pesos y nos arrean para la ciudad. Ahí, el capataz, los patrones y los doctores se acuerdan, de eso de la igualdad. Pues vale lo mismo el voto del pobre que del rico a la hora de votar. Qué verdad tan dolorosa, hoy, por la patria nadie vela. Ya nadie como usted, nos reparte en días patrios las alegres escarapelas. Vivimos pobres, sin iglesias nuestra única riqueza son las ganas de vivir. Disculpe si nos es clara la expresión de este bruto, a quien usted puso un corazón de argentino. Yo nunca olvido que aprendí a leer en las horas que usted robara al tiempo en su destino. Gracias a usted, supe que la Argentina iba mucho más allá de Posadas. Que en Buenos en Mayo de 1810 en un día triunfal unos criollos nos dieron el grito de libertad. Añoranza desde sus tumbas han de tener. Cuando el gerente, el patrón y sus amigos, que hablan en inglés tienen por fecha patria el cumpleaños del Rey. Que el Grito de Mayo fue como campana en la América del Sur. Rompiendo las cadenas que nos unían con los reyes del otro lado del mar. Campanas que volvieron a sonar cuando los argentinos, se dieron independencia allá por los pagos del Tucumán. Pero no cortaron, había sido, las cadenas con que el comercio ata a la patria en la actualidad. ¡¡Cómo quisiera, que sonaron, otra vez las campanas que rompan la opresión! porque acá, patrón, volvimos a tiempos aún peores de cuando nos mandaban los Reyes, y son las únicas leyes el látigo y el Winchester!! 1982
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Diego Lujn Sartori
Es una alegato en favor de los oprimidos.
Saludos
Diego
María Marta Eliggi de Cazau
Verdaderamente me gustó mucho lo que escribiste y me amocionó además. Felicitaciones.
Saludos.
María Marta