NUEVAS REFLEXIONES SOBRE EL CONFLICTO GOBIERNO- CAMPO Y EL PERONISMO - JUNIO 2008
Publicado en Nov 09, 2009
Poner las cosas en su lugar es un sabio mandato, tan sabio como la paciencia que requiere construir consensos para sostener la gobernabilidad. La derecha mediática, la oposición política y el frente rural, el nuevo conglomerado que motoriza el asedio al gobierno constitucional de Cristina Fernandez de Kirchner sabe que sólo tensando la cuerda podrá -si el gobierno cede- lograr su cometido, hoy circunstancialmente acotado a la derogación de la resolución que puso en marcha el esquema de retenciones móviles a productos del agro. Luego imaginan un escenario donde el poder acumulado durante el conflicto servirá para barajar y dar de nuevo, lo cual significa mantener el asedio para condicionar la gobernabilidad. Mientras tanto, diseñan el entramado de un proyecto que se mantiene en las sombras. La dirigencia rural, la oposición política y los generales mediáticos insisten en su prédica para que el gobierno desmonte un acto para congregar apoyos. Pareciera que sólo el flamante bloque opositor, sin un liderazgo visible y montado en un fuerte clima destituyente presenta credenciales para esgrimir su verdad. ¿Cual es el inconveniente de legitimar la política gubernamental con un acto en Plaza de Mayo cuando los cacerolazos programados via e-mail o mensajes de texto que ciertos sectores medios y medios altos organizaron en su cruzada antikirchnerista no hacen mas que confirmar la férrea disposición que persigue su objetivo desestabilizador? No resulta creíble que los cacerolazos se hayan organizado para reclamar una instancia de diálogo. Digámoslo de una vez por todas. Hay sectores que no quieren la continuidad de este gobierno. Ponen el acento en funcionarios cuestionados y dirigentes desbocados, como si de las filas del nuevo bloque opositor hubieran surgido angelitos rubios capaces de ordenar el caos que su propia y perversa conducta no hizo más que acrecentar. Hay quienes apuestan a un golpe de palacio y están los más osados que pregonan una rebelión salvadora que nazca de las entrañas del propio peronismo. ¿Acaso es tan peligroso que D´elia se permita referir que Duhalde conspira contra el kirchnerismo cuando es lo que ha venido haciendo desde que ambos terminaron enfrentados por la puja de poder dentro del peronismo? La Presidenta tiene previsto hablar hoy por cadena nacional. Nadie sabe el contenido de su discurso. Seguramente muchos esperan que haya una convocatoria al diálogo. Lo cierto es que el nuevo bloque opositor no tiene ningún interés en frenar la escalada. Saben que el gobierno no cederá en la utilización de herramientas de política económica que posibiliten redistribuir mejor la riqueza que crea el país. No bastó para ello que fuera explicitado el destino que se daría a lo recaudado en materia de retenciones móviles. El nuevo bloque opositor fue por más. Se entusiasmó con la detención de uno de sus líderes como si ello fuera -y lo fue- uno de los objetivos perseguidos. Hasta la diva de los almuerzos invitó a De Angeli -que aún no definió su interna con Buzzi- y a Elisa Carrio, esto es, al líder rural más popular con la émula de Nostradamus, como si esa vidriera mediática buscara predestinar futuras fórmulas electorales. No es casual entonces, que frente a tamaña demostración de consensos -aún virtuales- que pueden abroquelarse para fundar el rechazo al kirchnerismo, el gobierno sólo atine a mantener una tímida postura protocolar. Aún faltan muchas cosas por decir. La Presidenta tiene la posibilidad de revisar el derrotero del conflicto y aportar una cuota de sana construcción política. Es preciso reconocer que el asedio a su gobierno existe y que los factores de poder jugarán mucho más fuerte si el gobierno profundiza sus medidas. El discurso bien podría alejarse de los discursos clásicos poblados del resalto de logros y estadísticas que pronto se diluyen en el imaginario social. Volver a la sabia paciencia de las palabras justas es el apelativo de la hora. Una sociedad que busca fortalecer valores necesita imperiosamente ceder en la puja circunstancial. Los argentinos olvidamos muy pronto los padecimientos sufridos ante la orfandad democrática. Pareciera que buscamos sumergirnos desafiando potencialidades sólo para sabernos capaces de volver sobre nuestros logros. Puestos a escoger nos llevan de narices a sostener falsas opciones. Pensemos en De Angeli y D´elia demonizados hasta el hartazgo en la pugna por construir un consenso que legitime la gobernabilidad. Que falacia nos puede llevar a condenarlos cuando no son más que el producto de lo que supimos conseguir. ¿Como contener las exigencias de vastos conglomerados sociales que se plantan para reclamar por sus derechos? El discurso debería historiar las luchas y los logros, claro que ello lo haría introducirse en un análisis riguroso, en una revisión sobre los comportamientos que como sociedad hemos adoptado cuando nos vimos en peligro de extinción. Poner las cosas en su lugar implica reconocer hasta donde hemos llegado con las elecciones que supimos ejercer. Eso no puede obviarse. Hablar sobre lo que nos falta es discurrir en un rosario de promesas incumplidas por todo el arco político que tuvo responsabilidades de gobierno en nuestra historia. El discurso debe hablar sobre lo que podemos hacer hoy para apaciguar tan siquiera los ánimos. Por ejemplo, debe insistir con el rol legitimante que le fue conferido en octubre de 2007 y situar el actual conflicto con el campo como lo que verdaderamente es, es decir, un conflicto sectorial y no un asedio institucional. También debe hablar sobre valores como la solidaridad y pecados como la avaricia. Solidaridad para con los que menos tienen a través de una acción política y social contundente. Una verdadera distribución de la riqueza gravando a los sectores que mas tienen, eso es justicia. Pero claro que ello no es posible si estos sectores concentrados no abjuran de su avaricia. Poner las cosas en su lugar es posible cuando la cesión de espacios se ennoblece en pos del objetivo. Lo que a todas luces resulta un despropósito es que el gobierno ceda en una decisión política sostenida en su propia convicción. El gobierno ha sido elegido por una amplia mayoría pero debe gobernar para todos, aún para aquellos que no suscriben a sus ideas y políticas. De eso esta construido el camino de nuestra democracia aunque muchos contradigan la verdad sarmientina de que las ideas no se matan mientras ejercen un parricidio vergonzante en honor a su mentor. Lejos de los precipicios y los abismos que los agoreros pronostican para el día de mañana, existe la firmeza y la determinación de un gobierno que no debe claudicar y que debe cumplir con su mandato histórico. Hoy es la redistribución de la riqueza y para que ello no se reduzca a la mera consigna es preciso que lo entiendan los beneficiarios del modelo agro-exportador. Se pueden discutir los reclamos sectoriales en tanto y en cuanto no afecten la gobernabilidad. El asedio que hoy padece el gobierno nacional no esta fundado en valores que dignifican el reclamo, por el contrario, son el fruto de la soberbia y la avaricia de un sector que montado en su evidente potencial económico se resiste a que le capturen la renta extraordinaria, renta que pertenece a todos los argentinos y de la cual, el gobierno puede hacer uso mediante la aplicación de retenciones, esto es, herramientas de política económica. Parece olvidar el nuevo bloque opositor cuando hace unos años, frente a los piquetes que fundamentalmente florecían en las calles de Buenos Aires, una gran parte de los sectores medios y medios altos, exigía al gobierno nacional que reprimiera las protestas so pretexto de que las marchas entorpecían el derecho de circular libremente por las calles de la ciudad. No ha pasado mucho tiempo desde entonces para que hoy, esos mismos sectores, convaliden lo que entonces cuestionaban fundados en un mero rencor de clase, como si estos sectores "la gente" los "productores ruralistas", no se hubieran transformado en piqueteros, sino en una entidad inmaculada que reclama por derechos que sí deben ser respetados y cuyos cortes de ruta, desabastecimiento y practicas reñidas con nuestra Carta Magna, son justificadas en pos de un único objetivo, cual es el de jaquear al actual gobierno constitucional. La paciencia es una virtud superlativa. La sabiduría un don escaso. Cuanta falta nos hace como argentinos encontrar dones y virtudes donde afianzar las conquistas y proyectar los sueños. ¿Un discurso esperanzador?. ¿Un discurso incendiario?. Nadie sabe que dirá la Presidenta. Es bueno entonces ejercitar la memoria y saber que siempre hay tiempo para generar apoyos y lograr que una convicción pueda ser dimensionada en toda su magnitud. La grandeza del gobernante no esta a la vuelta de la esquina sino en los gestos concretos que hacen de cada momento político un hecho único e irrepetible. Paciencia y sabiduría para construir un horizonte de esperanza se imponen en esta hora, lejos de las pujas inconducentes, cerca del clamor de la victoria, la victoria de un país reflexivo, maduro, solidario y justo.
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