TAN LEJANO VIII
Publicado en Nov 10, 2009
LO QUE SE FUE Anchorena y la magia de los días de ayer Esas tardes eran únicas. Respirábamos la brisa que se montaba en el oleaje de ese río color de león, olvidados del mundo y sus penurias. En aquellas barrancas de Martinez, la estación Anchorena se ofrecía refugio final para la devoción y la amistad. En los jardines de la casona jugueteaban las contradicciones aristocráticas de la Zona Norte. Nosotros asistíamos en secreto a sus conversaciones banales, llenas de falsa modestia, pero no le prestábamos demasiada atención. La hierba era un colchón donde dormitar un rato el ocio de nuestros cuerpos y festejar a risotadas el sufrimiento de los compañeros ante la tediosa lección del día. Las rateadas eran safaris interminables por el interior de esos pensamientos que delataban estados de ánimo, gratas imágenes y guitarreadas fervorosas del repertorio de Sui Generis, Almendra y Vox Dei, cuando no también, una creación nuestra que se esforzaba por trascender. Anchorena tenía magia en ese entonces. Oficiaba de ámbito inspirador para esos pichones que se quedaron en el medio de la debacle asumiendo el compromiso de no olvidar a los que cayeron. Anchorena también cambió No nos reconoció cuando disfraz mediante, tuvimos que mimetizarnos para poder subsistir la etapa de los miedos, las inseguridades y el angustiante porvenir. Días que se fueron. Amor en crecimiento. La noche llegó y nos encontró haciendo dedo en Libertador, compartiendo esquina con las mujeres que "salían a trabajar" y nos devoraban gratuitamente de reojo
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