Aquella gran batalla bárbara duro varios años.
Tantos que… prácticamente todos fuimos olvidando poco a poco,
Sumidos en soledades y angustias a la distancia,
Cual era a ciencia cierta el motivo por el habíamos comenzado a combatir…

La dificultad del combate fue superando cada estrategia,
Agotando sin piedad cualquier plan de contingencia…
La milagrosa estrategia improvisada para sobrevivir,
Se baso tácticamente en ir abriéndonos territorio,
Poco a poco, aprovechando los quiebres de las artillerías enemigas…

La táctica nos fue alejando de nuestra tierra de partida,
Y a la vez… muchos pueblos liberados nos destacaron como héroes…

Amor… no podía volver atrás…
Bajo ningún punto de vista… este Caballero no debía hacerlo… o si?

Solo el tiempo sobrevivió al filo y al fulgor de mi espada…
Y me alejo de mi tierra… y de mi amada…
El tiempo, me dio a cambio de mi piedad… distancia.

Y entre tanto y nada…
Dibujé durante tantas noches tu silueta en las estrellas…
Y durante tantos días dibuje tu rostro en nubes blancas como tu piel…
También me pareció ver tu rostro, en el reflejo que el río me obsequiaba,
Humildemente ondulante y difuso, de mi mismo…
El rio fue un compañero obsecuente de nuestro amor distante…
El me contó una tarde, que tú, con sus aguas lavabas tus ojos cada mañana…

Pero aun así, los años fueron pasando…

Ahora, me encuentro vivo y en paz de tregua,
Con posibilidades de tomar o no, posesiones de un reinado propio…

Se muy bien que no tardaría menos que un año en volver a Usted…

Pero tampoco se cual fue el desarrollo que el destino le ofreció a su vida.

Por si acaso, hoy introduje un mensaje en una botella,
Sentado en las orillas de un muelle del Nilo…
Deje ir mi mirada en diversos puntos del horizonte,
Hasta encontrar en uno de sus puntos infinitos, una corazonada.
Mire fijamente su imagen alucinada y con todas mis fuerzas arroje mi mensaje…
Mi plegaria embotellada…

Mientras ella aun volaba girando por los aires,
Yo le suplicaba al viento y a las aguas que en sus manos la depositaran…
Lo suplique llorando, porque en ella…
En ella a Usted le decía:

“Querida princesa: Luego de tanto tiempo y por si acaso… me despido.
Que lindo me resulto desde siempre,
Escribir y luchar por aquellos a quienes amaba,
Pero nunca imaginé,
Que terminaría haciéndolo a la distancia…

Nunca desperdicie tantas noches soñando,
Recuerde mejor, de ves en cuando,
Aquellas noches de ensueño, que juntos sentimos estar soñando…

Y si el destino impone que ya no lleguemos a encontrarnos,
Démosle gracias al universo por estar extrañándonos tanto…

Cántele Salmos a la maravilla de la creación física y material,
En tributo al amor etéreo que sufren nuestros cuerpos…

Disfrute sin piedad para siempre,
Tanto de lo que fue, como de lo que pusiese haber sido…

Y a la luna…
No le jure, ni le mienta…
No le crea, ni le exija…
A la luna no le cuente nada…
Total, Ella…
Con o sin Nosotros…
Hipócrita, seguirá brillando a escondidas del sol…”

Su Caballero… Sir Marian I (Rey de su mundo)