Siete de sangre
Publicado en Nov 21, 2009
Sus ojos se perdian en algun lugar del cielo, mientras sus manos caian descuidadamente al costado de su cuerpo, pudo sentir el calor de un cuerpo extraño acercarse a su cuerpo, tardo unos segundos en poder reconocer aquella fragancia tan dulce. Una pequeña sonrisa de medio lado dejo ver ante las orbes negras inundadas de lagrimas al verle en aquel estado tan fatal.
Quizo subir al menos una de sus manos hasta su rostro, sin embargo, ya no sentia sus brazos, ya no sentia su cuerpo en realidad desde hacia un rato. Dirigio una vez más sus ojos hacia el cielo azul, creyó que cuando fuera a morir lo haria bajo un cielo gris ó el manto de la noche, siempre se imagino que lo haria con la lluvia como un manto en su auxilio. Pero en contraste veía a un poderoso cielo azul adornado de efimeras nubes blancas que se movian despacio con la ayuda de un viento frío, tranquilo. Creyo escuchar la voz de esa persona a la distancia, por lo que bajo su vista hacia en frente descubriendo que aun le mantenia entre sus brazos, ¿entonces por qué no le sentía? ¿por qué su voz se perdía? Apenas y pudo ver como aquellos labios rosas se movian pero la voz ya no la escuchaba, el poco calor que retenia estaba desapareciendo, incluso ese cielo tan perfecto se desintegraba dejando solo la negrura. Cerro los ojos un momento, al abrirlos se encontro rodeado por una enorme oscuridad, se vio a si mismo siendo abrasado por su madre, se agacho divertido al darse cuenta de lo imposible que sería uno verse así mismo. Lo comprendío, lo comprendio al tratar de tocar aquellas personas que se difuminaron, para ahora verse sentado en una butaca de cine mirandose, oyendose en miles de situaciones olvidadas ó bien encerradas dentro de su conciencia y corazón. ¿Cuánto tiempo paso?, ¿a cuántas personas miro?,¿cuán lento y rápido afuera paso? Queria dirigir su vista hacía cualquier otro lugar fuera de la pantalla con imagenes tan desgastadas, aunque siempre que lo intentaba una fuerza imaginaria no lo dejaba. Apenas llevaba poco menos de la mitad de su vida cuando un calor enorme lo recorrio, concentrandose en el miedo que le causo no pudo ver otra cosa que su sangre escurriendo por diversas partes de su cuerpo. Trato de tapar las heridas con sus manos pero no eran sucifientes sus dos manos para siete cortes presisos. La ansiedad de su cuerpo recorrio hasta su cerebro recordandole en brazos de quien fallecio, haciendo que de nueva cuenta pudiera encontrar cierto conford. Suspiro cansado dejando que la sangre escurriera libremente, por entre la tela de la butaca, dirigio su vista de nuevamente hacia la pantalla distinguiendo el regordete rostro de quien amaba. La imagen perfecta de su persona favorita inundo escena tras escena, cada una de ellas llena de vida e irradiando felicidad. Quiso levantarse pero se sentia demasiado debil y nuevamente en su conciencia se volvia a preguntar por el tiempo que llevaba ahí. La cinta se paro, un niño a su lado aparecio con los ojos inexpresivos dibujando con su sangre en un pequeño cuaderno a rayas. Quizo decir o hacer algo pero su cuerpo no respondió. Ante su insistente mirada el pequeño subio sus ojos para encontrarse con los de él, enseñandole una boca con una inexistente dentadura. -Siete formas de tapar, siete cortes que te pueden matar- Su voz era rasposa, arrastrando las palabras con parsimonía, un escalofrio recorrio su cuerpo, emosiones confusas regresaban y en su mente solo un nombre solo una imagen resaltaba. Aparentemente el pequeño podía leer sus pensamientos ya que las fraces siguientes le hicieron de nuevo perecer. -Siete formas para poderte salvar y cada una de ellas un precio de su carne pido obtener.- Un "no", salio de su cabeza al ver el sadico dibujo realizado perfectamente con su sangre saliente, un grito de horror al verse nuevamente frente al espejo de su departamento cubierto de aquella cálida sangre. Sus ojos rodaron por la sala y comedor encontrando algunos souvenir rotos con malevola perversidad, bajo la vista aterrorisado de lo que sus manos rojas sostenían como trofeo de pesca. Aquellos ojos negros totalmente abiertos gritaban su crueldad, maldecian su voracidad, mientras el pequeño que se reflejaba en su lugar en el espejo sonreia con sorna practicidad. - siete cortes para un mortal, siete cortes para mantener tu raciocinio hasta las siete que es la hora de continuar.- Afuera el cielo azul brillaba con intencidad, observando a aquel querubien bañado en color carmesí volver a soñar dentro de su pequeña y retorcida realidad.
Página 1 / 1
Agregar texto a tus favoritos
Envialo a un amigo
Comentarios (0)
Para comentar debes estar registrado. Hazte miembro de Textale si no tienes una cuenta creada aun.
|