"Cricket" y los sueños desparramados
 
   Los viernes, sábados y domingos con la excusa de ir a bailar poníamos rumbo al bajo de Olivos, cerquita del río. El objetivo primordial era el levante, ese ritual porteño de réprobos y elegidos que nos tenía puntuales a la medianoche, dispuestos a la contienda.
   El lugar: "Cricket". La divina excusa, la oportunidad y sus costos en una sociedad calculadora que aún conserva espacios libres para la imaginación
   La música ensordecedora, algún tema de moda que todos festejan y los diálogos que nacen prometiendo finales con sorpresa. Apretadas únicas, proyectos abortados y un arsenal de mentiras que la adolescencia convierte en necesidad, al justificarlas para enfrentar los obstáculos que entorpecen la realización de los sueños y el encanto de las ilusiones.
   El negro César y Daniel salen a la pista mientras yo termino un vodka con gancia procurando convencer a una rubiecita indiferente.
   Termina la noche con pérdidas y ganancias, algún número de teléfono o un posible encuentro. Si aún quedan ganas nos espera un moscato en un bar de noctámbulos para evaluar la operación o la consulta con la almohada donde reflexionar próximos movimientos, programar encamadas o revisar estrategias de base.
   Cricket preparó palabras y gestos útiles, enunciados inevitables de la trascendencia. Lo abandone cuando renegué de mis posturas en busca de otras cualidades del alma, quizás sin advertir a tiempo las bondades de su oferta.