AMOR PELIGROSO
Publicado en Nov 24, 2009
Fui a Madrid con la esperanza de encontrar allí al amor de mi vida perdido años atrás. Ella, la mujer de mi vida, seguramente se encontraría descansando bajo suaves sábanas de seda roja en la suite de un hotel de lujo o bebiendo una margarita dentro de algún bar elegante. Al menos, eso quería pensar.
Tenía veintitrés años cuando la conocí, desde la primera vista supe que ella debía ser el tornillo suelto dentro del engranaje que mantuvo con vida mi corazón. Sus ojos escarlata me miraron por primera vez aquella noche de otoño cuando no se oía más que la dulce tonada que emitían los insectos nocturnos y el siseo producido por el fresco. Me transforme en su fuente de energía vital proveyendo la sangre que necesitaba para continuar con vida y ella, a cambio, se entregaba a mis brazos como una hermosa amante de piel suave y dulce. Así pasaron los días, los meses y los años... Cuando cumplí treinta años ella me abandonó. Se fue dejando tan solo una nota sobre la cama: "Por favor, no me busques, me voy a Madrid, para ti nunca existí". Decía la nota. Lloré aquel día como nunca en mi vida, en parte era por la impotencia y el amor que había desarrollado hacia ella, pero existía otro sentimiento quizá, uno que se encontraba muy dentro de mi inconsciente: odio. Caminé por las calles de la ciudad, buscando entre bares, antros y hoteles hasta que por fin la encontré. Allí estaba la ingrata, refugiada en la oscuridad sobre las piernas de un muchacho, tentándolo a lo prohibido. Me acerque a la juvenil pareja con una mano por el frente y la otra escondida bajo la espalda empuñando una daga. Me presente simplemente con un "Buenas noches" al cual no respondieron, estaban tan enamorados, tan concentrados en lo suyo que me hicieron a un lado. Ella comenzó a acariciarle el cuello y a besarlo, supe entonces que tenía que hacer algo, debía detener el hechizo de amor de aquella bruja o, de lo contrario, aquel muchacho sería hipnotizado de la misma manera que yo lo fui en el pasado. Tome la daga entre mis manos y con todas mis fuerzas arremetí por la espalda contra el corazón de ella. Pude ver el momento en que la mujer se transformaba en cenizas, muchos creen que estoy loco, pero ¡yo la vi! Estoy seguro.
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Salvador David
doris melo
Salvador David
gabriel falconi
SIEMPRE EN LA ULTIMA PALABRA ESTA LA REVELACION
TIENES QUE SORPRENDER CON LA ULTIMA FRASE
BRAVO!!!!
Jesus Eduardo Lopez Ortega
Salvador David
Salvador David