En tu boca habitan rosas,
muy seriamente lo he llegado a pensar,
son tus ojos dos cavernas
 con destellos fríos de cristal,
tu sonrisa me mata,
tu mueca de enojo me mata,
tú me arrastras al olvido de lo esencial,
-solo anhelo- llego a pensar.
¿Qué es esta fuerza que me obliga a abandonarme,
 en el suave candor de tus brazos,
en el dulce sabor de tu aliento
 y en la vorágine de tu risa?
 -solo anhelo- llego a pensar.
Extraña diosa tú eres,
en el paraíso inconcluso de mi ser,
en la extensión desierta de mi esperanza
que me ha arrojado de ahí; 
 en el abandono,
-solo anhelo- llego a pensar.
Extraño poder  tú tienes
que ha bloqueado mi voluntad,
nada existe alrededor mío,
solo tú...
 solo tú...