La Hermana
Publicado en Dec 11, 2009
Todo empezó el día que Alberto, el marido de Ana, mi hermana menor, olvidó su celular en la mesa de desayuno. Próximos a cumplir sus primeros cinco años de matrimonio, no he visto a otras parejas, llevarse tan bien como ellos. Me consta porque soy soltera y al año de casados, él, ingeniero en petróleo, fue trasladado a Comodoro Rivadavia, y Ana me pidió que los acompañara.
Acepté, ella se sentía muy sola, desarraigada, en este lugar donde el viento sopla constantemente y su esposo ocupado en un trabajo de dedicación exclusiva y grandes responsabilidades tiene muy poco tiempo para compartir. Arreglé mis asuntos en Bs. As. donde vivía arrinconada en un departamento ínfimo y partí con una valija y un bolso. La habitación que me asignaron es más grande que todo el depto. de la capital, además nueva, con hermosas molduras, un vestidor y baño, en suite, idéntico al de ellos y separados por un ancho pasillo. No tengo obligaciones, sólo las que yo misma me impongo, hay una mujer que se encarga de las tareas, con Ana salimos de compras, preparamos el menú, hacemos alguna labor de ganchillo y ropa para los niños carenciados que llevamos a la iglesia y ellos se encargan de repartir. El viento permanente nos impide tener el jardín que deseamos, Alberto ideó uno interior, como una gran pecera de plantas y helechos de un verde lujurioso que apreciamos desde todos los ambientes. Cuando íbamos a comprar las plantas, Ana tuvo unas molestias y me pidió que acompañara a mi cuñado para elegirlas. El no dispone de mucho tiempo y hay que aprovechar la ocasión. Salimos temprano en su camioneta, el vivero está a dos horas de nuestra vivienda. Era la primera vez que estábamos solos. Soy soltera y nunca “estuve” con un hombre. Alberto, es muy interesante y viril, excelente conversador, hablaba de distintos temas pero mi mente se había ausentado, no escuchaba lo que decía, miraba sus brazos, sus manos fuertes y seguras aferradas al volante y las sentía recorriendo mi cuerpo. Ya se, ya se que es el marido de mi hermana y está prohibido para mi, pero no podía evitarlo, sentía un sudor helado y una sensación asfixiante me impedía respirar. Se detuvo en la banquina y escuché su voz sin comprender lo que decía, Pasó su brazo por mis hombros y fue la última visión, la de su rostro muy cerca del mío. Desperté en una sala de emergencias, una robusta enfermera envolvía mi brazo para medirme la presión, a un costado Alberto, reflejaba preocupación por mi estado. Después de ese día de inquietantes revelaciones, no volví a encontrarlo a solas. Ayer vino Patricio, su hermano menor, un joven de veinte años que pasará el aniversario con nosotros, Desde que llegó su celular no paró de sonar, las chicas que lo reclaman, ¡es muy lindo!. Levanto, al pasar, el celular de Alberto y me encierro en mi habitación. ¡ no puedo creer lo que estoy leyendo! En " Elementos enviados" hay tres mensajes apasionados, dirigidos a una mujer que no es mi hermana. Promesas y recordatorios de revolcones. ¡Dejó de amarla! A unos días de su aniversario, con todos los preparativos hechos. No debo permitir que pase esto, nosotras que lo amamos sobre todas las cosas, ¡Tiene que enterarse! No dijo una sola palabra. Noté que su semblante, después de leer los mensajes, se puso del color de la cera. Traté de disuadirla pero ya había tomado una decisión. Puso algo de ropa y dinero en su bolso, las llaves de su auto y me dio un beso frío como el hielo, en la mejilla. -¡Quién sacó el auto de Ana? Me pregunta Patricio que baja apurado de la habitación de huéspedes. ¡Se va a estrellar conduciendo así! -Ah, Silvia, ¿Por casualidad, viste el celular de Alberto? Me lo prestó ayer, me quedé sin batería y no traje el cargador. Se lo alcanzo. -Espero que no hayas leído mis mensajes….agrega, con una sonrisa perversa. -
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Veneno
Un abrazo desde el Jardín del Odio.
gabriel falconi
cualquierfa púede cometer esos errores
muy bueno
Julio Martn
JUAN CARLOS
Cariños..Jun Carlos..