Del desespero por no saber.
Publicado en Dec 15, 2009
Yo no sé por qué te escribo,
Yo no sé por qué te hablo, Yo no sé por qué te callo, Yo no sé por qué te sueño, Yo no sé por qué te extraño, Yo no sé por qué te amo, Yo no sé por qué escribo, digo y callo esa palabra inaudible, impronunciable, indescifrable que he puesto en la desquiciada línea anterior. Yo no sé por qué te pienso, Yo no sé por qué te olvido, Yo no sé por qué te siento, Yo no sé por qué te ausentas, Yo no sé por qué te espero, Yo no sé por qué pienso que te olvido si siento el frío y el vacío de tu ausencia y lo peor... aun te espero. Yo no sé por qué me dueles, Yo no sé por qué me quemas, Yo no sé por qué te enfrías, Yo no sé por qué te bebo y como en el café del desayuno y en el pan de media tarde. Yo no sé por qué me dueles, quemas, enfrías, te bebo y como si mi cuerpo inerte es tan indiferente al verano como al invierno, al otoño como a la primavera. Es indiferente también al placer y por ende, al goce propio del pan, del vino, de la voluptuosidad de la carne. Sin embargo, yo no sé, no me explico por qué, Después de tres años te sumerjo en mi oscuro café de la mañana. Yo no sé por qué me miras, Yo no sé por qué me escandalizas, Yo no sé por qué crees saberlo todo sobre mí, Yo no sé por qué meneas la cabeza, rehusándote a pronunciar ciertas palabras, Yo no sé por qué cuando quiero escucharlas me pides que las olvide. Yo no sé por qué te guardo, Yo no sé por qué te expulso, Sí, de mi patria, esa patria que debió ser tuya. Yo no sé por qué colecciono piezas de tu recuerdo: fantasmagórica revelación, si expulso tu cuerpo, tu realidad, de mi hogar, de mi casa, de mis inconclusos y consecuentes soliloquios conjuradores de lunas llenas. Yo no sé por qué me enojo, Yo no sé por qué cierro los ojos, Yo no sé por qué me afectas, Yo no sé por qué te odio, Yo no sé por qué te oigo venir justo en el umbral que cruzo todos los días, antes de irme a dormir, No sé por qué me enojo cuando creo que te odio, sólo porque no respetas mi perfecta serenidad, sólo porque no contemplas mi sueño, sólo por que prefiero cerrar los ojos, oír tus pasos sin ver tu rostro, sin ver ni oír lo que dicen los tuyos, porque sólo le hablas a mi alma en el único lenguaje que conoce, el que recitan tus ojos y que yo he llamado silencio.
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