Se me ocurre en medio de la tormenta mortal, del ruido constante que amenaza con horadar las paredes, en medio de la lluvia portentosa, de la humedad y el calor del ambiente, en la nublazón  de la conciencia por el miedo, en el estado de fijación que conservo desde hace rato, tratando de encontrar mundos en la pared, en medio de la soledad; quiero gritar tu nombre para invocar tu presencia. Quiero que aparezcas con esa voz dulce, suave,  consoladora, con esa tu imagen intermitente de mirar cálido y tierno, con esa imagen que me arropa y me da confianza para decirte con unas cuantas palabras: toma mi alma, úsala antes que la muerte me alcance, tómala es tuya y has de ella lo que se te antoje, incluso amarla. Pero solo apareces de forma esporádica, a ratos  como la calma en medio de la tormenta. Te miro con los ojos cerrados por instante entre las variantes de la textura blanca del muro vibrante adentro de mi mente. La sonrisa se esboza en mis labios y esta descarga de adrenalina causada por el temor latente que parece un rayo fulminante en mi sistema, que me hace temblar y  agitar la mirada. El latido se alborota y corre como corcel de fuego sobre la pradera dulce y tibia de tu vientre. Casi desmayo y extiendo en ese estupor de emociones mis brazos ocultos para acariciarte tiernamente. En medio de esta vorágine interna más intensa y ruidosa que la tormenta externa se desprende la afirmación del alma, esto es amor, esto es amor...
La dialéctica de la mente dice: amor es dar sin recibir, es sufrir, es gozo en la alegría del ser amado, es extender las redes de la comprensión, compartir, aceptar los errores, gozarse con las virtudes, es entrega total...
Burlona la conciencia le dice al corazón, lo que tu sientes es estupor por la química reactiva de tu sistema nervioso ante el estímulo que te provoca su presencia, una reacción mecanicista; desdeñoso ríe y se calla sin pensar nada.
El alma llora y dice desconsolada: no es cierto esto es amor, es esperanza, es sueño, es entrega y no espero nada, solo quiero hacerla feliz, solo quiero complementar su alma solitaria con mi ser, hacerle ver que es un ser maravilloso, que es única, que he sembrado en el campo de mi corazón su esencia, misma que riego con la lluvia de mis lágrimas y caliento con  el sol de mi cariño. Para mí es el ser más importante, que es la fuente de lo que me mueve en el presente y me consuela en creer en el futuro compartiendo nuestros corazones, que mis brazos se extienden como hilos de su vida para sujetarla y no dejarla caer nunca, porque quiero mostrarle en toda una vida de entrega que el paraíso existe, que la felicidad es una utopía que juntos podemos derrumbar en una realidad fantástica compartiendo corazones, porque mi entrega tiene sentido en su persona y por eso vibra mi corazón frenético en su presencia imaginaria...
La lluvia a arreciado, el sonido del viento es constante rugido que amenaza con extenderse al miedo. De pronto los cristales vuelan en pedazos y el viento junto con  el frio húmedo penetran a la habitación, el sonido es  aterrador, todo vuela, los granos de arena se vuelven proyectiles que golpean mi cuerpo como agujas inmisericordes. Hora de buscar refugio, a cuidar la integridad (espero no sea demasiado tarde), hay que salvaguardar el pensamiento de ella, en el corazón, no la fría mente.