El eterno recuerdo. [1]
Publicado en Dec 16, 2009
...No se veía alma alguna por las calles, luces apagadas, calles mojadas por la lluvia, el cielo completamente nublado, la noche estaba totalmente oscura. Era el momento perfecto para cometer el crimen…
-¿pero y si todo sale mal? ¡No! Esto tiene que ser ejecutado ahora o ya no habrá oportunidad, es la noche ideal.- Saqué de mi bolsillo un par de guantes y los puse en mis manos. Me dirigí hacia la casa del alcalde, éste tenía una hija, ella era popular por su belleza descomunal, su cabello era largo y parecía de un color limón irresistible. Su piel era blanca como la leche. Todo el mundo estaba tras ella, era como la joya del lugar… Me incorporé a la casa por la ventana del baño, cruce un pasillo, oscuro y angosto en el cual podían pasar dos personas a la vez. En las paredes de aquel pasillo había fotografías… muchas de ellas, todas tenían el rostro de la chica, su sonrisa cautivaría a cualquiera que pasara por ese lugar, menos a mí. Y su mirada, su mirada reflejaba lo contrario a bondad, pero sólo yo podía ver eso. Entre en la segunda puerta que se me presentó, estaba media abierta. Me acerqué a la cama, estaba ahí ella, como un ave herida luego del bombardeo de un niño, tomé la navaja que traía en el bolsillo derecho de mi chaqueta negra. La puse horizontalmente sobre su cuello, cuando me iba a proponer a degollarla… una mano alcanzó la mía y los ojos de la chica me miraron con espanto y desafío a la vez. Nuestras miradas chocaban como cargas eléctricas, cada uno presentaba su odio sin palabras, era como una lucha silenciosa de la cuál sólo ella y yo conocíamos. - Me das asco – dijo ella – te atreves a venir hasta acá para cometer un homicidio sin éxito, patético - - Más asco das tú, menuda porquería – pronuncié estas palabras con el rencor guardado desde hace tiempo Su hermana escuchó nuestro pequeño escándalo, se limitó a preguntar que hacíamos, así que nos lanzó una mirada interrogativa. - Pequeña, vete a dormir – dijo ella evadiéndome - ¿Qué pasa? – pudo decir afín la niña - Pasa que tu hermana fue cómplice o más bien dicho… la mente criminal del homicidio de mi hermano, ¡eso pasa! – dije como si estuviese escupiendo en la cara de la chica cuyo cabello era de color limón. - ¡Mentira! Dice eso porque en realidad fue él quién lo hizo, y me está culpando. Además si fuese culpable, ni siquiera tienes pruebas – se dirigió a mi desafiantemente. - ¿Estás segura de eso? – le dije sacando un papel de mi bolsillo. - ¿Qué es eso?, no, no puede ser… pero yo… ¡niña vete a tu habitación y no salgas! – dijo con el miedo reflejado en su blanco rostro. - ¡Ni pienses en mostrárselo a alguien, por favor! – ahora su expresión era como la de un perro callejero pidiendo de comer… Me senté en una silla que había por ahí, no dije ni una palabra, la iba a escuchar, aunque no ganara nada con eso. La miré esperando respuestas, al cabo de un rato comenzó a hablar...
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