BESOS
Publicado en Dec 17, 2009
No siento nada más que tu cuerpo,
en mi cuerpo. No soy para ti sino una boca magnánima, infinita, que te cubre de besos hasta la llegada del nuevo día. Los latidos de mi corazón no son sino aves sorprendidas por las caricias tuyas, aves que me despiertan cada mañana con sus trinos rojos y amarillos. Aves que se anidan en tus cabellos, donde sólo se aspira de los cerezos su leve fragancia. Tus ojos, son dos vasos cristalinos donde se pierde a cada rato mi alma, mi alma que vaga solitaria por un camino que nunca acaba. Nuestras manos son dos pares de palomas cuando se acarician. Amo tu cuerpo, tus rodillas, tus hombros y tus plantas. Amo tu cuerpo como si fuera un templo; en él dejo mis besos que salen de mi boca como granadas, fruta de los mil diamantes rojos. Tus labios son las puertas de ese templo que permanece iluminado, eternamente abierto a cada uno de mis besos, mis besos encendidos y temblorosos como una lámpara. Mis besos que bajan por tu cuello, que se deslizan como serpientes, que llegan a tu pecho: el jardín donde florecen los cerezos. Tus pechos, globos eternos que elevan mi carne ávida, mi carne sedienta como un desesperado enfermo. Mis besos empiezan a caer sobre ti como si fueran gotas de una lluvia ácida, besos como piedras arrojadas desde mi pobre alma; otros besos, en cambio, se clavan en tu carne como si fueran manzanas; en tu estómago y en tu espalda, hay una lluvia que nunca acaba. Mis besos llegan, finalmente, a tu alma horadada como una fruta que mi boca devora; en ella mis besos encallan, se precipitan como anclas en tu lecho lleno de musgos y de algas, y mi boca y mis manos saltan como si fueran peces dorados fuera del agua. Mis besos, convertidos en piratas y en pirañas asaltan tus caderas como si ellas fueran la cubierta de un hermoso barco; con sus cañones de fuego. Mis besos se anidan en tus entrañas y tú te vas hundiendo, lentamente, y yo me voy hundiendo también lentamente contigo, como si fuésemos el cuarto de máquinas. Besaría, después, tus piernas blancas. Bajaría y subiría por ellas como si fueran dos columnas de plata. Besaría tus pies, tus veinte dedos y tus plantas, para fundirme con ellas en el más grande de los besos. ¡Bien sabes que tus plantas besan la tierra cada vez que andas! Besaría, por fin, la tierra por donde pasas.
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Jos Antonio
Tus palabras me recuerdan a un libro que nunca he leído, creo que se llama "Educación sentimental"... Muero de ansia por tenerlo en mis manos, en mis ojos, en mi corazón y todo, también por ti.
Mara de la Paz Reyes de Langella
Jos Antonio
Es tan hermoso ser besado así y besar así... pues al hacerlo, todo desaparece a nuestro alrededor, y al mismo tiempo,los cuerpos, dueños de esos labios que besan, crean universos con tal implosión.
Jos Antonio
Sí, recuerdo muy bien lo de "mi profe", y te lo agradezco mucho, es un apostolado que se vive día a día... y en cuanto los besos, gracias por unirte a esta celebración.
Ligia
Roberto Langella de Reyes Pea