No soporto más este espacio cerrado,
tan infinito, tan intemporal.
 Este aire enrarecido que me ahoga,
la nausea pesada, infalible,
que exalta la ansiedad.
 Esta cama que me sostiene inerte,
con los ojos fijos sin mirar a nada.
Las sombras, tan absolutas,
que lo envuelven todo,
este calor que ahoga
y que se mezcla con el escalofrío
 de mi cuerpo desnudo,
tan lleno de fuego, de pasión,
que se consume así mismo.
Este cuerpo que pide,
que exige tu presencia
desnuda en este tálamo de cenizas.
Me ahogo, muero.
Muero de ti,
de esta sed de ti,
de estas ganas de invocar a tu presencia.
De lo absolutamente absurdo
que me siento sin ti en esta inmensidad oscura.
Estoy sufriendo...
 con esta cruel presencia constante de ti
y con el desconsuelo de tu ausencia.
¿En dónde estás, que harás,
pensarás en mi, sentirás esto que yo siento por ti?
Nada importa, porque al fin no te importe...
Esta angustia es tan extensa,
estas ganas de ti me han condenado a morir,
lenta, pesadamente,  de manera indescriptible;
 que lloro y muero por ti.
¿Será este mi karma, conocerte, sufrir,
pensar que te tengo y luego nada... verte partir?
 Para esto abrí mi corazón de nuevo.
El amor es morir...