Desolador futuro
Publicado en Dec 18, 2009
"El mundo es complejo. El aire, tenue. La naturaleza, sutil. Nuestra capacidad de hacer daño, grande. CARL SAGAN"
Siempre pensé que ante el desolador futuro que se avecinaba, hasta el más terrible presente terminaba siendo un consuelo. Ahora me doy la razón, cuando ya mi vida termina, agradeciendo que pudiera disfrutar de un planeta verde, aun sano, pero en el que los humanos empezábamos a convertirnos, para la vida, en un foco de contagio viral, que no daría tregua. Las largas jornadas que se emprendían tan solo con el afán de la búsqueda de líquido habían terminado por matar a más de la mitad de los supervivientes de nuestro grupo. Hoy pienso que demasiado tarde comprendimos que no éramos solo maquinas capaces de hacer dinero, mas que eso éramos cuerpos calientes, con esencia, con alma, esa que poco a poco fuimos perdiendo para dar cabida a la mas devastadora intención consumidora, la cual termino por poner fin al planeta que conocimos y que nunca conocerían nuestros descendientes. Nuestra enorme capacidad de hacer daño, había terminado por acabar con nuestro complejo planeta, o por lo menos romper su equilibrio, llevando a la extinción casi la totalidad de su sutil naturaleza. Nuestra única posibilidad de supervivencia la daban los camellos, que mugían, exhaustos y acalorados, nosotros dependíamos de estos y la muerte de uno solo de ellos podría significar la muerte de cinco de nosotros, pues niños, mujeres y enfermos solo soportaban nuestras largas correrías montados en su lomos, o caminando en sus costados buscando aplacar el cansancio o los rayos de sol que maltrataban hasta la mas negra de las pieles. En este árido mundo no nos quedaba mas que estar en una continua correría cual si fuéramos nómadas en búsqueda de los nuevos centros de civilización y de los vestigios de lo que una vez conocimos como el planeta tierra, pequeños paraísos aun verdes y de los que frecuentemente se escuchaba que para estar en ellos era necesario acabar con la vida de sus habitantes. La realidad era que en ellos no había espacio para tantos hombres necesitados, sedientos y cansados. 2125, ese era el año. Mas de 50 llevaba caminando y esto solo nos había dejado ver calurosos desiertos, o enormes planicies heladas, donde el único consuelo era el llegar de la noche que nos ocultaba tras si el desolador paisaje que nos rodeaba. Llegaba el otro día, cuando el sol desplegaba su primera mirada sobre el horizonte para hacernos saber que nuestro camino empezaba de nuevo. Caminar, caminar, caminar, esa es nuestra nueva empresa, en la que debemos soportar el insondable calor buscando llegar al siguiente oasis, es esa espera ya muchos han muerto y en esa búsqueda seguramente todos moriremos.
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alma