Se despierta confundida,
perdida y ausente,
grita y rompe la armonía
de las sombras presentes en su habitación.
Atrapada entre persianas latentes,
sus pensamientos danzan
inquietos como espectros dementes;
y la luz de la luna
entra impertinente
en pequeños filetes;
se aferra al piso.
La humedad del ambiente
es mudo testigo
de ese drama constante
de buscar y no hallar,
de querer y olvidar,
entre sábanas que se
tuercen como sus cabellos.
Del fuego repentino que se convierte en frio;
del derrumbe del pudor
en jadeos desbordados como ríos de lluvia.
De cuerpos desnudos
que saben a miel y
luego a sal.
Que se amargan...
ausentes,
distintos entre si,
distantes
al despertar.
De una espalda difusa
que no dice nada,
se aleja y azota la puerta
dejando detrás a la soledad.
¿Cuándo lo podré hallar?
-se pregunta muy triste-
Mientras lentamente...ella se viste.