Crónicas de Barra (Barra de Potosí) 2
Publicado en Dec 19, 2009
-¡Qué Jesús ni que nada!-
Repentínamente me vienen pensamientos impuros a la mente, y digo impuros sabiéndome esclava de una moral intolerante y racista. La playa me inspira amor, ¿qué puedo hacer al respecto? ¿confesarme? No lo creo. Un "sacafotos" es más efectivo si tiene un lente de largo alcance de acercamiento. Funjo como espía, no como observador tan solo. Nadie nota mi pesada mirada con tantos cristales de por medio. Nadie siente la cercanía de mis pensamientos, pues realmente estoy lejos, y entonces, descubro cosas fantásticas. En el agua se sumergen allá a lo lejos dos chavalas, con playeras y gorrita ambas, jugueteando con el agua, escondiendo sus secretos bajo la superficie; las vi montadas una sobre la otra besándose solo al ras del manto acuático. Ni su reflejo las veía, y créanme, yo moría por ir con ellas, abrazarlas y entender la vida desde ese único espacio que ellas poseían. El laguito tiene una magia especial. Otorga a quienes lo visitan un ímpetu y energía únicos. Los niños se vuelven locos, los perros se vuelven niños, los amantes se sienten libres y hasta los caballos conviven con la naturaleza tan exquisita. Yo, sentada en una lancha embarada en el lugar mas prodigioso de la playa; en medio del show. La luz era perfecta y lo único que yo podía desear en ese momento era más capacidad de acercamiento, al ya maravilloso lente que estaba utilizando. Era pedir demasiado. Un hombre atravesaba la laguna, de costa a costa, sin vergüenza, sin complejo. Por un momento no veía lo que en realidad sucedía. No señores, no caminaba sobre el agua, pero era tan maravilloso como creer que si lo hacía. -¡Qué Jesús ni que nada!- el milagro está en la nariz de todos nosotros, seres egoístas. El milagro de la observación, el milagro de la apreciación de cada sonido, cada fonema, cada palabra. Y en conjunto, la mejor obra de arte cada atardecer, en el detalle de un momento.
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