Lavalle apabulla su histérico orgullo
de ser la mimada,
la más prostituta,
la diva de un tiempo de cines
mutando al presente tugurios
y afines,
turistas gateando por los anaqueles
baratos de un sexo en declive,
un fiel pantallazo de carne argentina
que muerden con ansias fervor de motines,
pululan rastreras ofertas serviles,
se ríe el destino cuando lo provocan
para arrojarle fervor desafiante,
lirismo cobarde o como dijera un
carapintada "jactancia de intelectuales".
Lavalle apabulla su fiero chamuyo
revuelca su sombra y se ufana distinta,
no teme a las grullas que infestan cretinas
al vulgo alocado que husmea sediento
de frescas caricias, colonia de cuarta
y un sueño debut en pantallas vacias de nada.