Tu extremo meridional
Publicado en Dec 20, 2009
Se que estas allí, te veo y te presiento. Se que estas allí.
Como esas playas en mi Chile querido, las que visité dormido y a las que no se si regresare. Mi piel siente el frió de la mañana y mis recuerdos me llevan como flotando en un susurro a esas playas largas, que son tus piernas, como soñadas. Se que están allí, para mi, cuando me apetezca caminar en ellas y encender la pasión en el extremo meridional... Si no volviera a verlas, siempre recordaría la arena Gruesa, bajo mis pies y el sabor del mar en mis labios secos y sedientos. Si no las vuelvo a ver, será como si no me hubiese ido y volveré. Volveré, cuando muera antes de irme al olvido de los que no ven. Volveré y besare sus algas y sus rocas, me sumergiré en sus brazos de salada melancolía y escuchare el sonido de la caracola mientras el viento renace en tu canción y volveré aunque nunca me haya ido. Se que estoy en ti, me lo ha dicho Zeus que gobierna la mar y el te ha hechizado, como esas playas lo hacen conmigo. Jamás he poseído tan grande tesoro, ni he bebido tanto mar, tanto cielo y tanto amor, como en esas playas de Chile, como en la arena de tu vientre y el mar de tus ojos en el atardecer de tus cabellos y en la profunda desazón de tu alma inconsolable y escurridiza. Te retiras de mi vida como lo hace el agua, después de golpear la roca y yo solo puedo observar, confundido pero anhelante, como el viento de tu amor, inconfesable, empuja el agua hacia mi, como una ola gigante, para ver nuevamente como me deja en una eternidad recurrente, habida de ti, de tu golpe, de tu amor inconfesable.
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