Hoy estoy enojado, estoy enojado con los hombres varones, muchos amigos, que en su casa son muy cuidadosos de su mujer y después van a un cabaret y usan a las mujeres para su placer personal, sin que nada mas importe, sin que la otra persona importe. No hay nada más cruel que abusar del necesitado. Las mujeres no quieren prostituirse, las que se prostituyen son mujeres que no encontraron otra posibilidad y lo hacen por necesidad. Los bares donde ellas son enganchadas no son el paraíso a pesar de que ellas si son Ángeles. Ángeles sin rostros que entregan su cuerpo, con la ilusión de conservar su alma. Y parte de su dignidad. Muchas con hijos o padres en el extranjero y se prostituyen para enviarles dinero. Otras que no podrían sobrevivir solas.
No queridas, tristes. Viviendo en la mentira. Esclavas de lo que se mal llama profesión, sin ver que no es mas que otra forma de esclavitud. Nada más triste que la vida de una prostituta. Haciendo el amor con hombres sucios y que han decidido ver a esas mujeres como cosas, solo objetos sin corazón, sin voluntad.
Muchas se drogan para soportar la vida que llevan. Dios mió de cuanta crueldad somos capaces los seres humanos. Comencé diciendo que estoy enojado, pero quiero ser más preciso en mi estado de ánimo y voy a decir que mi enojo, esconde tristeza. La más absoluta tristeza, al pensar que esas mujeres son sometidas y doblegadas por la necesidad, sin alma, sin corazón, con un sexo trastocado, cambiado para mal. Hoy estoy triste por ellas, por mi y por nosotros.