Un sentimiento apareció de pronto, estalló como un volcán que erupciona y suelta pura rabia contenida...
El sentimiento no respetó a la razón misma. Pudieron más los instintos y las ganas de abrirse al mundo de los vivos y el disfrute del presente.
Yo quería ser una más en este mundo que no se aprisiona, la que no se envuelve en sus delirios, la que no se apega a lo pasado y continúa su camino sin detener sus pasos... sin revisar sus sentidos en el éxtasis vivido de unos minutos atrás.
No pude hacerlo y caí en mi propia trampa. Renací con la intención, reviví momentos de pasión. Él se marchó.
Ahora, ya no. Ahora, es mío el presente que tomo y alivio para que no me impacten sus reclamos. Mi vida del pasado es pasado, pero el presente lo invita a su mesa y el futuro ahora lo contempla como un posible invitado a la cena de Navidad.
Mi cierto dolor que emana, el calor de tus abrazos lo reclama. El amor sólo es amor cuando éste sabe que lo es. Pero no es así siempre, porque yo lo amo en la mitad de mis anhelos escarpados y en el resto de mi vida detenida en ese abrazo que ya no se dio.
¿Qué será luego? ¿Llamará a mi compañia una segunda vez? ¿Sobornará al frío de mi intención tentada por sus ganas de poseerme de nuevo?
¿Preguntas ahora? Sí, pregunto ahora a la nada y ya nada tengo respuesta...
Sólo el tiempo mismo la batalla ganará, hasta que esté contento de verme extasiada en una cortina envuelta de flores que dignifiquen al amor... ese amor que no tengo, ese amor que me hace falta, ese amor que espero y espero y espero...