Mi segunda patria, Argentina
Publicado en Apr 19, 2009
Después de veinte años...
Por: Carlos Campos Serna Veinte años había olvidado un país, donde los habitantes sufrieron seis golpes militares, cuyos cabecillas fueron juzgados y condenados a cadena perpetua, pero por presiones políticas y castrenses el gobierno democrático se vio obligado a promulgar leyes de amnistía, las cuales permitieron que estos asesinos no pasaran el resto de sus vidas en la cárcel a pesar de los reclamos de las Madres de Mayo, quienes acusaron al Presidente Alfonsín de haber sido flexible con los generales que ordenaron desaparecer a sus hijos y familiares. Este es un territorio perdido en el fin del mundo, formado en su mayoría por descendientes de europeos, mal visto en el continente americano por la supuesta arrogancia de sus habitantes, en donde se utiliza el "vos" en vez de "tú". Con el tiempo llegaría a considerarlo mi segunda patria, porque la unión con mi país era parecida en lo negativo, en la miseria, en el hambre, en la corrupción, y en la mentira de un crecimiento económico artificial que finalmente se transformaría en una profunda crisis económica y social, Pero por dicha, pude respirar libertad en ese país llamado Argentina. Así comencé a educarme en dos culturas con informaciones que se repetían desde México hasta Patagonia porque sus mandatarios habían aprendido en alguna de sus materias financieras dictadas en las universidades de nuestro vecino del norte, a saquear sus propios países en beneficio propio, pues parecía que se pusieron de acuerdo en vender casi todas las empresas que pertenecían al estado. Se hablaba de muchos ceros hacia la derecha, o mejor dicho, para la derecha; ceros de privatización y ceros que no estabilizarían la economía nacional. Mientras gente extranjera venía a controlar dichas ex empresas nacionales; los vendedores de éstas renunciaban a sus cargos para descansar y dar la vuelta al mundo, dejando en construcción alguna mansión, pues al regresar no podrían soportar vivir en un simple departamento comprado en cuotas, mientras que el ciudadano normal, es decir la mayoría, se apretaba los pantalones por la pérdida de su lugar de trabajo o la perdida adquisitiva de sus salarios. Para conocer a los argentinos, me integré a esos asados de verano que empiezan bien tempranito, comiendo con intervalos y bien despacito, sin faltar la siesta obligatoria de un fin de semana o ver el fútbol que se lleva en la sangre, para terminar a la luz de luna. En esos encuentros, dejé de generalizar, para reconocer que no todo es arrogancia en la Argentina. Por los medios de comunicación, yo escuchaba hablar de un milagro económico latinoamericano que estaba logrando un enanito mexicano con complejo de grandeza napoleónica el cual quería crecer, jugando con la modernidad de un país a base de mentiras para mis compatriotas y hacia el mundo durante su sexenio. Finalmente esta gran improvisación política traería consecuencias de que un niño, un anciano, una madre o padre de familia murieran por falta de atención médica, creciera el analfabetismo, pies y llantas se quebraran o se poncharan, las generaciones familiares se hacinaran bajo un mismo techo, por la falta de hospitales, escuelas, reparación de calles y construcción de viviendas. Por otro lado, la decisión de la devaluación de la moneda nacional por el reciente Presidente de México la supieron exclusivamente la mafia política y sus amigos empresarios; traidores que inmediatamente trasladaron sus ahorros al extranjero, dejando a la clase obrera y a muchos profesionistas más pobres, los cuales no pudieron soportar la inflación practicando otras actividades y los que se quedaron sin trabajo, simplemente se suicidaban o se emborrachaban por el famoso "efecto tequila". En las mañanas seguía informándome sobre la tierra del águila y el país del sol, los que parecían gemelos de un solo cuerpo y una cabeza, debido a que se hablaba sobre nuevas medidas y soluciones financieras. Por supuesto que estas soluciones eran concebidas por esos grandes economistas para resolver la mar de problemas ocasionados por ellos mismos en sus planes financieros anteriores. Se inventaban impuestos sobre los impuestos, mientras algunos padres de familia ya perdían la cordura por no poder alimentar a sus hijos; su desesperación llegaba a un punto similar a la locura: se volvían asesinos de sus propias familias para no ver sufrir a sus seres queridos. Otros se integrarían, por necesidad, a bandas organizadas que rompían los vidrios de una casa solitaria, para buscar en ésta el sustento familiar. Con el tiempo, estas personas se acostumbraban al trabajo sucio y fácil, y desgraciadamente, perdían la sensibilidad cuando llegaban a una vivienda habitada, hiriendo o asesinando. Pese a esto, las comisarías se encontraban desiertas; había dos motivos: el primero era la falta de personal, pues el estado no tenía solvencia económica, y el segundo, que los pocos policías no podían prevenir estos crímenes por estar ocupados participando con los delincuentes. Mientras tanto, en las noches, al poner las noticias, veía por televisión ministros de economía sin un pelo de tontos, que de tanto actuar mal, iban quedándose canosos y pelones. Después de cinco años nos despedimos de los amigos argentinos, para participar en un curso, donde se nos informa de una República de intensa espiritualidad (la India), donde la religión es una forma de vida, la cual marca cada aspecto de la vida, desde las faenas más sencillas, incluso la educación y la política. En este país, a la mujer se le aprecia extraordinariamente por ser madre, así como yo llegue a estimar a Doña Carmen, mujer que cuido a mi hija recién nacida durante dos años dándole su cariño incondicional a pesar de que ella ya tenía dos hijas. Ella pudo atender a mi hija sólo ese tiempo porque sufrió un derrame cerebral, el cual le ocasionó que estuviera largo tiempo convaleciente, yo la visitaba frecuentemente durante el tiempo que permanecí en la Argentina, cuando me despedí ese país, no lloré por abandonarlo, sino por los amigos que dejaba atrás, pensando que algunos de ellos nos lo volvería a ver. Hace algunos días, mi hija que se encuentra estudiando en un país europeo, recibió un mensaje vía Facebook, en donde alguien le preguntaba, sí era la niña que había cuidado su mamá hace veinte años atrás, naturalmente ella contestó que no sabía, inmediatamente se comunico conmigo para decirme la noticia, lo primero que pensé fue que mi amiga Carmen ya no existiera, ante esta probabilidad, al contestar ese correo electrónico, lo primero que escribí con mucho temor, sí todavía vivía, pero con gran sorpresa me enteré que, estaba en perfecta condiciones cuidando a sus cuatro nietas, las cuales son el motor que la mantienen todavía fuerte, así que lo primero que haré es hablarle por teléfono, y quizás para el otro año la alcance todavía para sentir su calor maternal que le ofreció a mi hija. P.d. Todavía no hay foto, porque estoy en espera de una foto de Carmen.
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MAVAL
BUENA MIRADA ...SOLO DIRE ASI COMO EN TU PAIS, EL ARGENTINO O MEXICANO O EL MIO
...UN DICHO REDICHO...AL PARECER " CADA PUEBLO MERECE LO QUE TIENE"...AL FIN
EL CIUDADANO ELIGE SUS GOBERNANTES..!!
norma aristeguy
¡Caramba! Algún honesto debe quedar por allí, algunos, para que se unan una vez para el bien!!!!!!
Los argentinos somos buenos anfitriones, pero... tenemos nuestras fallas, fijate que acá las caras siempre son las mismas, se van heredando entre padres, hijos, hermanos, como en una dinastía. Se repiten las figuritas, pero me hago responsable de la parte que me toca, ¿Por qué no aprovechamos el "que se vayan todos"? Hay muchos jóvenes luchando en el anonimato por la pobreza, me consta, que es la fuente de la delincuencia, por más que lo nieguen, porque esto ya no es pobreza como en mis tiempos "pobreza digna", es miseria.
¿Qué derecho tenemos a juzgar, nosotros con un plato de comida calentito, con un suéter último modelo o la corbata, con un techo seguro dónde descansar' Aunque aquí nada es seguro, nunca sabés si al otro día te vas a levantar en un país volado por la moneda, si seguirás teniendo trabajo, etc. etc.
Todo esto nos trae las consecuencias que sufrimos nosotros, los que no tenemos el lujo de un country o un guardaespaldas, y entonces los asesinmos, los hambrientos, los captados por la droga, no nos dejan vivir en paz.
Todo es un embrollo, y vos lo decís muy bien y sin pelos en la lengua.
Gracias amigo.
alberto carranza
Carlos Campos Serna
Saludos.. Vamos, vamos latinos, sigamos así y algún día ganaremos.
Eduardo Fabio Asis
Sergio Pellegrini