Cuando ya no este,
cuando me ausente, por favor no llores,
permanece callado sin decir palabras
pero viviendo de mis recuerdos
atesorados para que conforte tu alma.
 
Cuando yo adormezca,
ama mi sueño
por algo será que descanso,
por algo me he marchado,
sigue en silencio,
solo que al sentir la brisa
rozando, acariciando tu rostro
esas serán mis manos
que aún te acarician
aunque ya no este.
 
Si al recordarme me extraña,
búscame en la sonrisa de un niño,
en el paso de las aves
que regresan en el ocaso
a descansar en sus nidos;
en la tarde adormilada
que nos unía a pesar
de estar tan distante de ti,
pero a pesar de eso más unidos.
 
Cuando parta no menciones
la palabra muerte, porque aunque
me marche seguiré viviendo en el aire,
en las nubes, en el silencio,
en la tenue lluvia que moja tu rostro
hasta refrescarlo, empapándolo.
Es más triste vivir relegado
que morir muchas veces y ser olvidado.
 
Cuando ya no exista
no me dejes flores en mi tumba,
grita con toda tus fuerzas
que aunque ya me haya marchado
el mundo seguirá su rumbo,
el sol continuará brillando para todos,
la luna saldrá como cada  noches,
la llama de tu amor nunca
se extinguirá;
porque aunque yo haya muerto
seguiré viva, quizás en tus sueños
porque al rato el Creador me dejará
venirte a visitar cuando duermes;
para decirte que allá no me siento mal,
pero si me haces falta
y que te seguiré amando
hasta la eternidad,
y siempre estaré a tu lado cuidando
tus pasos, porque seré
tu ángel, tu eterno ángel...
 
 Ligia Gómez D.