Quijotín.- Fea costumbre habemos en estos asuntos de las mujeres en las artes del mercado, amigo Sanchote.
Sanchote.- En verdad que decís verdad, mi señor Quijotín.
Quijotín.- Sobre tales artes, vive Dios, es necesario saber que tanto Dulcinea como Galatea hacen las mismas cosas.
Sanchote.- En verdad que decís verdad, mi señor Quijotín.
Quijotín.- ¿Podriáis hacer el menester, Sanchote, de no repetir tantos lugares comunes?, pues debéis saber que si váis de Campo de Criptana a Campo de Criptana solamente nunca sabréis de las artes de las mujeres salvo decir que en verdad digo la verdad.
Sanchote.- !Perdonadme, mi señor Quijotín, pero en cuestiones de mujeres sólo se me ocurre decir que en verdad decís verdad!.
Quijotín.- !Calla ya, sandio Sanchote, que en cuestión de las artes de las mujeres sabéis menos que el cura de Albacete!.
Sanchote.- El alba nos va a dar aquí mismo, mi señor Quijotín, si seguimos discurriendo sobre hechos que hacen y deshacen las mujeres.
Quijotín.- !Si me place seguir hablando de tales artes mujeriles aunque el alba nos pille aquí mismo no he de callar hasta que entendáis un poco, pardiez!.
Sanchote.- Por favor, mi señor Quijotín, hablad un poco más bajo que se va a enterar mi señora esposa.
Quijotín.- Veo que sabéis mucho de cocinas y fogones, y así os veo como os veo... que de tanto comer longanizas sólo eso sabéis de ellas. !Y tenéis que entender que mi Dulcinea y mi Galatea no son iguales!.
Sanchote.- En verdad que decís verdad, mi señor Quijotín.
Quijotín.- !Escuchad bien, Sanchote!. Si volvéis a repetir ese dichoso dicho se acaba vuestra dicha en este mismo instante y lugar.
Sanchote.- !Tened compasión de mi, mi señor Quijotin, que en verdad que soy un burro en esto de saber de las artes de las mujeres en el mercado!.
Quijotín.- !Ni sabéis nada de las artes de las mujeres en el mercado ni de las artes de las mujeres fuera del mercado!.
Sanchote.- Así es, mis señor Quijotín, asno soy en esas cuestiones.
Quijotín.- !Y cómo podéis saber acariciar a una mujer si en vez de manos tenéis pezuñas!.
Sanchote.- Ved mi señor Quijotín que por eso en tales asuntos no meto la mano.
Quijotín.- Yo lo único que veo es que en esto sois más pardillo que los de Villanueva.
Sanchote.- De Villanueva del Pardillo soy, mi señor Quijotín, sólo que por huir de asuntos de mujeres me veo como me veo.
Quijotín.- !Y se puede saber, vive Dios, cómo os véis cuando cuatro o cinco molineras se acercan a vos?.
Sanchote.- Mi señor Quijotín, no me pongáis en tal aprieto que se me aflojan las calzas.
Quijotín.- Si tuviéseis más cuidado con vuestra lengua os iría mejor con ellas pues ahora me hago yo refranero y os digo eso de "hombre deslenguado es fácilmente pescado".
Sanchote.- Por favor mi señor Quijotín, no me recordéis lo sucedido en la venta.
Quijotín.- Os estuvo bien empleado y espero que halláis aprendido algo de aquella lección sobre el arte de las mujeres.
Sanchote.- En verdad que decís verdad, mi señor Quijotín.
Quijotín.- !Y vuelve el burro a la noria!. ¿Es que no sabéis decir más necedad que esa, Sanchote?.
Sanchote.- Veréis, mi señor Quijotin, que de tanto hablar de artes de mujeres se me ha aflojado el estómago.
Quijotín.- !Conteneos un poco, amigo Sanchote, no vayáis a ser conocido en la posteridad como "El Caganvilo de La Mancha"!.
Sanchote.- !Y qué mala suerte tengo, mi señor Quijotín, que hasta más allá de Almagro se huele ya el tufillo!.
Quijotín. ¿Es que ya os ha entrado el miedo, amigo Sanchote?.
Sanchote.- En verdad que decís verdad, mi señor Quijotín.

Y en sucediendo esto, Quijotín y Sanchote siguieron caminando. El Caballero todo estirado cuan largo que es y el Escudero sujetándose las tripas para poder contener la diarrea.