El teatro para la vida
Publicado en Jan 07, 2010
Hablar del teatro y de la parte que más me gusta del teatro como es su conexión con la vida, es algo para lo que definitivamente fui llamada y aquí estoy... disfrutándolo y viviéndolo todos los días. Ayer comprendí, mejor que nunca, que así como yo puedo analizar un personaje, observarlo, conocerlo, sentirlo, mirar todos sus lados, encontrar su forma, su color, sus gestos, su tono de voz, su manera de mirar y de expresar lo que es... Si yo puedo, como artista, hacerme una con él y prestarle mi esencia y todo lo que soy para darle vida y que se comunique con un público extraño o no... De la misma forma, yo debo poder expresarme y actuar a través de un personaje que no pedí, para el cual no audicioné, pero que el máximo director de obras de la vida, vale decir, Dios, me lo otorgó como el mejor de los regalos, pero también como la mayor responsabilidad... Este es el personaje que puede ser tan extraño como especial, pero es real. Quisiera comentar y regalar una frase que me dijera un Director de teatro con el que trabajé alguna vez; él me dijo un día: "Así como un deportista ejercita sus músculos y su cuerpo para realizar bien su deporte y ser muy bueno en él, así mismo, un artista debe entrenar sus emociones y sus sentimientos, porque de allí nace su creación, y si no crea, no tiene nada que comunicar" Porque puede haber una sala de teatro, puede existir el espacio de representación o el escenario, el vestuario, el maquillaje, la escenografía, los elementos de utilería, la música y hasta un texto escrito para interpretar o seguir, además de un público con ganas de interactuar y aplaudir, pero si tengo todo eso menos un actor, un artista, con sus emociones y sus sentimientos, dispuesto sobre todo, a representar ese personaje, hasta que eso no ocurra, no tengo nada: el escenario está vacío, no hay interacción, no hay comunicación, no hay magia, no hay arte, no hay vida... Si yo traslado todo este contexto a la vida, y es aquí donde viene su conexión con ella, pudiera decir que tengo una casa, una familia, un carro, ropa y hasta un perrito que me mueva la colita cuando me vea... pero si a todo ello yo no le imprimo mis emociones y mis sentimientos, si yo no me convierto en el artista de mi vida, si no quiero representar ese personaje para el que fui llamado, ese personaje por el que me van a pagar muy bien en mi obra personal. Si yo no me creo capaz de hacerlo, entonces igualmente no hay interacción, no hay comunicación no hay magia, no hay arte, no hay vida. De manera, que si yo puedo prestarle mis emociones, mis sentimientos, además de mi cuerpo a un personaje para construirlo y darle vida y jugar con él a ser quien no soy igualmente puedo subirme al escenario de mi vida y abrir todos los días el telón de mi única obra personal y eterna, como quien abre sus ojos al mundo cada mañana cuando sale el Sol y salir a representar el único personaje que se sabe, sin ensayar parlamentos, ese personaje que no se audiciona, sino que se gana por alguna razón... Si yo puedo expresarme a través de un personaje ficticio, cuyos textos pude no haberlos escrito yo, también puedo hacerlo y expresarme conmigo que soy real y además tengo la libertad maravillosa de escribirme mis propias líneas, de improvisar si es el caso y de tener un estreno a sala llena todos los días en el teatro de mi vida.
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