Gay con hijos
Publicado en Jan 08, 2010
Se acaba de publicar en México la ley que permite el matrimonio de homosexuales y la adopción de hijos por este tipo de parejas. Como se esperaba, las protestas por parte de la Iglesia y otros grupos conservadores de la sociedad han surgido de inmediato buscando revocar esta ley a como de lugar. ¿Qué probabilidad hay de que esto suceda? Alta. En México la influencia eclesiástica en la población es inmensa. Los grupos más vulnerables a esta influencia generalmente es la población de más bajos recursos, los cuales aún dependen en gran medida de los favores concedidos por rezos y buen comportamiento ante los representantes celestiales.
A qué voy con todo esto. A que más allá de que la Iglesia y la sociedad conservadora tengan una posición respecto a este tema, tratan de influir con perversidad a la población, provocando la homfobia y reforzando esta posturas a través de la condena religiosa si no se acatan las leyes de Dios (que dicho sea de paso fueron escritas por hombres) sin desviación alguna. Sin embargo, dejando a un lado el trillado argumento de la naturaleza (que puede echarse para abajo fácilmente, ya que se ha descubierto la homosexualidad en otras especies) y creación a imagen y semejanza, cabría la pregunta directa, ¿a Dios le importa que Juan o María sean homosexuales? Si Dios remotamente fijara una posición respecto a la homosexualidad, ¿dónde quedaría el libre albedrío concedido a los hombres? Ser homosexual no es malo, no es pecado, no es un delito. Es una selección de convivencia que debe tener, sin limitación alguna, los mismos derechos que los que optan por la convivencia heterosexual. Se puede aceptar o no esta ley, pero no debe condenarse a un segmento poblacional sólo por pensar diferente. En lo que respecta a la adopción de hijos. La crítica y, nuevamente la condena, se centra en el mal ejemplo que una pareja homosexual dará a una criatura que apenas se está desarrollando. No creo que sea tan mala como la que puede darle una pareja heterosexual en cuyo seno existe la violencia familiar, el alcoholismo o la drogadicción, pero además, volviendo a Dios, ¿no es mejor visto por Él el que una pareja de homosexuales adopte a un niño para ser criado en una familia, con la oportunidad de convivencia social, en lugar de permanecer sin conocer ambos ambientes hasta llegar a una mayoría de edad? ¿Quién puede asegurar el que un menor educado por homosexuales será homosexual o que uno educado por heterosexuales no lo será? Nadie, pero además, si este menor optara por ser homosexual, sería la elección personal más pura o ¿quién es heterosexual u homosexual por imposición o educación familiar? Dejemos ser, meditemos y respetemos. No soy homosexual. No me gustaría tener relaciones homosexuales. No me gustaría que ninguno de mis hijos fuera homosexual. Sin embargo, a pesar de mi firme creencia heterosexual, nunca voy a discriminar a los homosexuales. Discriminaré, criticaré y atacaré los malos comportamientos, el abuso, lo ilegal y la actitud delicuencial, tanto de homosexuales como de heterosexuales, pero nunca contribuiré para confrontar a unos con otros.
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