Hermanos
Publicado en Apr 26, 2009
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Es el momento del día que más le gusta esos minutos en que oscuridad y luz se funden dando al mundo un aspecto de película antigua, aquellas en blanco y negro donde los héroes era simplemente eso “Héroes” y los villanos simplemente “Villanos”, sin complicados mundos interiores que los lleven por los retorcidos caminos de la conciencia y los sentimientos. Pasea por la ciudad con las manos en los bolsillos de un viejo traje arrugado, los ojos tristes y sus pies no despiertan ecos en las vacías calles.
Inspira con fuerza el aire frío que se desliza a través de sus fosas nasales inundando sus pulmones de oxigeno viciado por mil componentes extraños, emitidos por las fabricas que rodean la ciudad y que no detienen su aportación al medioambiente durante la noche, un rotulo luminoso anuncia un bar abierto y él sonríe; al hacerlo el rictus de su boca deja entrever el brillo de un colmillo blanco y afilado. Ese gesto cautiva o atemoriza, la clave está en su mirada ora desvalida, ora dura y glacial.
Entra en el bar, abriéndose paso entre parroquianos somnolientos que se acercan a la barra donde un atareado camarero reparte cafés y copas de anís en un ritual repetido día tras día. Las mesas permanecen vacías ha excepción de un reciente jubilado que todavía conserva la costumbre de madrugar y que hojea un diario deportivo y de un joven de larga melena que, cabizbajo, observa con extraño interés un café con leche que humea sobre la mesa. Cuando se dispone ha reclamar la atención del barman para pedir un café el joven levanta la mirada y en su rostro vuelve aparecer el brillo de aquel colmillo, esta vez su mirada es glacial, a su lado dos clientes de encogen bajo sus chaquetas mientras un escalofrío recorre su espina dorsal.
Se acerca a la mesa, donde la mirada de su ocupante ha vuelto a la taza, sus manos la rodean intentando atrapar el calor que desprende.
 -Hola Gabriel- dice sentándose, él levanta su mirada de nuevo, sus ojos claros emiten una luz calida.
Al reconocerle su mirada endurece, se yergue tensando los músculos bajo la chaqueta de piel, coloca sus manos sobre la mesa; durante unos minutos se observan en silencio, su parecido es sorprendente y deja patente su parentesco, aunque los ojos de uno son claros y los del otro oscuros emiten parecida luz, pero el gesto de sus rostros descubre que también son viejos enemigos irreconciliables que se estudian intentando encontrar la mas mínima debilidad en el otro.
Entonces alarga su mano y coge la taza entre las manos de Gabriel y la lleva hasta su boca, degusta despacio el calido café y vuelve ha colocarla en el plato.
-Hermano. ¿No piensas hablar? Es demasiado temprano para luchar y demasiado tarde para ignorarnos.
Alza la taza y bebe en silencio sin apartar la mirada de los ojos del otro, mientras desciende la taza, habla:
-¿Qué quieres?
-¿Charlar?- sonríe, en esa ocasión su oscura mirada parece desvalida.
Gabriel se levanta y reclama la atención de Luis, el camarero. Instantes después regresa con dos cafés y coloca uno en cada lado de la mesa. sonrie, en esa ocasion  los ojos del otro, mientras desciende la taza habla:
sta su boca, degusta el calido brebaje despacioesa es glacial, a su alre Poco a poco se vacía el local, solo Luis y el jubilado permanecen en sus puestos uno con su diario, el otro arrancando brillo a la barra metálica con una maltratada bayeta azul.
-Es toda una sorpresa encontrarte aquí, creí que habías vuelto a… casa- la sonrisa permanece en su rostro.
- Tú sigues aquí, la lucha aún no ha terminado.
-¿Crees que alguien se acuerda de nuestra absurda lucha?
Esta vez es Gabriel quien sonríe, una sonrisa amplia, franca, luminosa.
-A veces creo que no, pero ¿importa eso, sabrías hacer algo más? Tú y yo somos guerreros.
-Sí, es cierto. Aún recuerdo la primera vez que nos enfrentamos. Faltó poco para que todo terminara allí, ¿recuerdas?
-No conocía lo marrullero que puedes ser, la cantidad de tretas que eres capaz de inventar en tan solo un segundo.
-Éramos jóvenes, ahora no podría engañarte tan fácilmente.
-Vencí.
-¿Seguro? Estamos aquí…
Beben en silencio, poco a poco la tensión parece disminuir. Saca un paquete de cigarrillos y le ofrece uno, Gabriel niega con la cabeza.
-No fumas… claro, es un vicio y tú te mantienes puro.
-Nunca cambiarás.
-¿Para que? Soy fiel a mis ideales.
-Los ideales son como las estrellas, no las alcanzas…
-“Pero iluminan nuestro camino”, Democríto. Su manera de entender la filosofía me encantaba. Aún lo cito con asiduidad.
-Touché. Siempre olvido que además de mi enemigo eres inteligente.
-Demasiado inteligente, por eso estamos aquí. Hablando de eso, ¿cómo esta el viejo Nazi?
La mirada de Gabriel vuelve ha endurecerse por un instante parece que va abalanzarse sobre él, solo durante una breve fracción de segundo, después se relaja y sonríe. Esta vez sus sonrisas son idénticas y sus miradas se mantienen fijas, tensas, inmutables.
-¡Crahs!
Dos vasos de cristal estallan y varios mas caen de sus estanterías, el jubilado se pone en pie de un salto y Luis deja de frotar la barra boquiabierto.
Transcurren los minutos y mientras el camarero limpia el estropicio, el jubilado se va y el local vuelve ha llenarse, esta vez los clientes son empleados de banca y funcionarios, diferentes oficios pero iguales costumbres, café y/o anís. En la mesa ellos continúan mirándose, ante las tazas vacías.
Gabriel se levanta y dejando unas monedas en la mesa se dirige hacia la entrada, sale del local y respira profundamente echando andar.
-Espera.
No se detiene.
-Estoy cansado, Gabriel, tan solo quería charlar. Hace tanto tiempo que no hablo con nadie.
Ralentiza sus pasos dejando que se acerque sincronizan sus pasos caminando por la avenida, cruzándose con una pareja de adolescentes que se cogen tímidamente de la mano, el muchacho susurra algo al oído de ella que ríe de forma escandalosa desafiando al mundo con su felicidad, como solo puede hacerse a los dieciséis años.
-¿Nunca quisiste ser como ellos? Sentir alguien a tu lado, abrazar otro cuerpo, estrecharlo hasta unirte a el… ¿nunca has pensado como debe ser? Me siento solo Gabriel, en ocasiones me cruzo con alguno de mis compañeros y veo sus ojos cansados y sus miradas huidizas. Esta lucha ha durado demasiado, se ha cobrado muchas victimas inocentes. Estoy cansado de oír las voces de los caídos, de sentir un frío vacío a mi lado…
Gabriel no contesta pero en sus ojos ve la respuesta. Una respuesta que no por esperada es menos dolorosa.
El sol se abre paso entre la polución de la ciudad e ilumina un pequeño rectángulo en la entrada de un parque, Gabriel se detiene justo en el centro.
-¿Qué quieres? Tú nunca haces nada sin un propósito. ¿Quieres saber si me siento solo? Pues sí me siento solo, infinitamente solo, pero hay una diferencia entre los dos, yo sé que padre me acogerá a su lado cuando todo esto termine…
-¡Padre! ¿Qué clase de padre enfrenta a dos hermanos? ¿Ya no recuerdas nuestra amistad, los momentos que vivimos juntos antes de que él nos enfrentara…?
-¡Claro que los recuerdo! Pero no fue él quien nos enfrentó fuiste tú quien se rebeló, quien le desafió absurdamente.
-¿Es absurdo querer ser libre? No desfilar al paso de la oca como un mero soldado, siguiendo sus órdenes inconexas y contradictorias.  ¿Nunca has intentado pensar por ti mismo, cuestionar alguna de sus decisiones, de sus órdenes? ¿Qué diferencia hay entre nosotros y los demás? Mira a tú alrededor ellos viven ignorantes de todo, libres… ¿merecen morir por eso?
-No me convencerás ¿Qué puedes ofrecerme, riquezas, poder…?
-¿Por qué si lo ofrece él es bueno y si soy yo es horrible? Venga Gabriel no eres tan básico. No te ofrezco nada, solo te pido que pienses.
-Pienso y veo ante mí ha mi hermano, aquel que era el orgullo de mi padre, convertido en la sombra del que era. Pienso y no encuentro razón para que intentaras derrocarle, iniciando esta guerra.
-Antes dijiste que éramos guerreros, ¿Dónde esta tú rey? ¿Por qué no cabalga al frente de sus tropas? No es él quien recorre los campos de batalla intentando reconocer a los suyos, quien tras la lucha recoge los despojos de sus amigos.
Reanudan su caminar adentrándose en el parque solitario.
-¿Siente él miedo, pasión, derrota? ¿Le importa cuantos caerán en su nombre, cuantos morirán tan solo por querer ser libres?
-Él recordara cada uno de sus nombres…
-Y nosotros cada batalla, cada minuto de ellas con el miedo, el valor y la desesperación de cada uno. El dolor por cada hermano vive en nosotros.
Caminan en silencio, sabiéndose iguales en el dolor.
-Al fin y al cabo nos necesitamos Gabriel.
Sus ojos se vuelven y en ellos se ve la sorpresa.
-Nos necesitamos… No hay noche sin día, calor sin frío, alegría sin tristeza… héroe sin villano. A mi me tocó el papel de malo y lo asumo. Fuimos su excusa.
Salen del parque enciende un cigarrillo esta vez sin ofrecerle, se acercan a una pequeña capilla que acaba de abrir sus puertas, varias ancianas caminan despacio hacia ella un viejo párroco las espera a la puerta.
-¿Fuimos…?-empieza ha decir Gabriel, cuando se oye un fuerte golpe.
Ambos miran hacia la ermita, sus puertas se han cerrado dejando al párroco y las ancianas estupefactos.
- Ja, ja, ja- ríe- aún sigue enfadado. Fuimos su excusa perfecta Gabriel. No existe el bien sin el mal, pero debía justificarse. Si tan poderoso es ¿porque no acabó conmigo él mismo, nunca te lo preguntaste? ¿Quizás porque no puede o quizás porque puede y no quiere? De una forma u otra él también forma parte del juego. O formaba. ¿Cuánto tiempo hace que no hablas con él, que no te acercas a su casa? Se olvidó de nosotros, se fue abandonando a sus hijos, los buenos y los malos. Enfrentó a los hermanos en una lucha absurda que nunca tendrá final, mientras se esconde.
Se miran en silencio, mientras a lo lejos se oyen los improperios del párroco que no consigue abrir las puertas.
-En ocasiones creo que no existimos gracias a él. Él existe gracias a que nosotros seguimos luchando.n los improperios del parroco que no consigue abrir las puertas. Piénsalo Gabriel y luego búscame.
Se aleja fumando cabizbajo hasta perderse entre la gente.
-Hermano…-musita mientras lo ve alejarse, como la primera vez y como entonces calla, aprieta los puños y mantiene su puesto, para bien o para mal él es el Héroe.
Gabriel mira hacia la ermita donde el viejo cura acaba de abrir de nuevo las puertas y siente la tentación de acercarse, pero y si…
Mete sus manos en los bolsillos de la vieja chaqueta de piel y emprende un lento caminar en dirección contraria.
-Te encontraré Lucifer- murmura.
Jason Defman
León 1/9/2004?la puerta.
caba de abrir sus puertas y se ven a varias ancianas que caminan despacio hacia ella , un viejo parroco las  eso?iven ignorantes de todo, libres...a de sus decisiones, de sus ordenes?orias.esto termine.abriel se detien
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Descripción

dos hermanos irrenconciliables

Palabras Clave: Lucifer hermanos dios

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Relatos



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