A veces no me acostumbro, 
a este pasar rodando sobre veredas lisas.
A este caminar dulce y sereno, 
sobre asfalto cálido y pulido. 

Vuelvo y vuelo hacia atrás,
a él, a ti, a otros, 
a mi eterna carrera de obstáculos, 
saltos impredecibles, 
caídas libres 
sin precauciones 
ni arneses 
saltar 
al vacío, 
a corazón lleno, 
y despertar porque sí
agonizante. 

Y me tiro de cabeza
y revuelvo con desquicio
hago pozos de kilómetros,
fango en uñas descamadas
descarnadas,
en senderos escabrosos.

Y esa búsqueda infinita, 
tranquilidad momentánea. 
Libertad
y su precio. 
Dejarse dominar, 
poseerse, 
poseída, 
juego de amo y esclavo, 
sin amor, 
clavos. 

Presente que se escapa, 
o yo de a ratos 
escapo. 
Hacia él, 
hacia ti, 
hacia otros.
Que llena siempre a cuentagotas. 
Ansiedad, 
soledad, 
impaciencia. 

Huyo al pasado de torrentes, 
escaladas, 
tempestades. 
Despierto
encadenada.

De a ratos escapo,
pero las verdades de
otrora
son mis mentiras cotidianas. 

Y aunque no sucumba en el intento, 
ni desgarre, 
ni resbale, 
ni me pierda,
regreso a esta senda 
de lajas limpias
de losas mansas.

Vuelvo y trato
de pisar fuerte, 
aunque me encuentre,
aunque sonría,
aunque sea
libre.