los sueos
Publicado en Jan 16, 2010
Al caer la noche miro por mi ventana creyendo ver algo al ocaso, tomo mi chaqueta y me dirijo al patio. Al centrar mi mirada al cielo noto que algo no anda bien las estrellas que iluminaban el atardecer han desaparecido del cielo,
Me pregunto a mi mismo que es lo que sucede. Corro por el valle en busca de lo perdido..., el cielo yace raso sin rastros de aquellas luces que guían a los viajeros. De pronto cae desde el cielo un trozo de luz segadora tomo con miedo a este objeto, no conocido por mi, era pequeño, al momento de tocarlo su luz se vuelve acogedora, cálida como la mano de la madre al tocar a su bebe entre polvo y rocas. Sale de aquella luz cada vez más tierna, una figura, unas manos, unos ojos. Era conocido por entre nosotros los humanos como ángeles. Me mira y me dice: alguien llego al ocaso nos cogió desde el cielo, uno por uno y nos rapto, ¿quien cuidara los sueños de los niños? ¿Quien cobijara alas parejas en pleno romance? Al verme acongojado pregunto aquel ser devino, que puede hacer un simple mortal para ayudar. Sus ojos tristes se dirigen a mí, con tierna dulzura me da de beber un poco de su luz. En aquel momento mi mente se borra, despierto con cierta duda sobre lo que había sucedido creyendo ser un sueño, me dirijo a mi diario vivir. Algo extraño sucede no me siento yo mismo al saludar ala gente, que camina frente a mi, no me miran, no me escuchan. Vengo a comprender, no existo para ellos, trato de tocar a alguien mis manos lo rozan pero no lo siento lo atravieso como un fantasma ¿que are? ¿Adonde iré? ¿Fue un sueño lo de anoche? mil preguntas recorren mi mente. De pronto un alivio, un niño me mira y me dice: ¿no me recuerdas? miro sus ojos reflejan la luz de aquel ángel nocturno, aquella luz que bebí. Toma mi mano y me guía atreves de las personas, veo sus almas sus pensamientos. Cada vida de cada uno de ellos. El pequeño me dice me llamo Alejandro, le pido que me explique que sucede, el mira al cielo y dice: Mira por ti mismo. Al ver al cielo mi mente mis ojos mi alma se atemorizan, no hay nada, ni si quiera un vacio, solo la nada misma. Me explica que las estrellas han sido robadas, que sin ellas no abran mas sueños ni mundo, solo cascarones vacios en las personas, me señala un rastro de manzanas doradas. Dice ve tu, yo tengo prohibida la entrada, bajo unas escalas cada vez mas oscuras. Llego a donde nadie llegara al final de los tiempos. Hay el rastro de manzanas de oro se vuelve cada vez mayor hasta llegar a una habitación, entro con curiosidad y temor, dentro de aquella habitación hay una criatura temerosa, aquí habita una criatura sin sentimientos de culpa ni de remordimiento, conocida por la mitología como Trazgo. El tomaba cada manzana dorada, las envolvía en sedas y las echaba a dormir en cunas de plata. Al verlo deje escapar un sollozo aullido temeroso. El sintió enseguida mi olor, me persiguió por la habitación asta que me atrapo. Viendo a mí, un ser pequeño en comparación a el se rio y dijo: ¿Quien eres, que quieres de mí? Le respondí: Soy quien busca los sueños más allá del alma oculta, que quiero, son respuestas. Al oír decir esto el trazgo soltó una carcajada que hasta sus propios huesos resonaron. El aunque grande era de poco cerebro, me dijo: Los sueños no son para humanos. Pensé, pensé y pensé como burlar esta criatura que más musculo que cabeza tenia, le dije: O gran señor de los trasgos, tienes toda la rozón, nadie más que tú tiene el derecho de tomar los sueños y dormirlos. El me miro sonriente, yo continúe: ¿Pero después de tanto trabajo no os encontráis cansado? El me respondió con voz ronca: Pues un poco a de tener- me miro y me dijo- ¿no pretendes engañarme cierto? Cruzando los dedos en la espalda le respondí que no y le propuse que yo podría ayudarlo en su misión. El trazgo al verse alagado acepto que le ayudara. Tomo un poco de barro, y formo un dragón alado, lo puso en un recipiente y desde aquel mismo salió un dragón aun más grande que el mismo trazgo. Monto sobre el y se lanzo por la ventana pero no sin antes advertirme que no lo engañara, yo cogí cada manzana dorada en un saco y subí por las escaleras. Al llegar ala sima mi cuerpo ya casi no podía. El pequeño niño tomo mis manos me dio un trozo de luz, al tocarlo mis hombros tenían alas, tome el saco de manzanas de oro y las puse en el cielo una a una. Al terminar mire al cielo y me di cuenta que cada manzana simbolizaba el alma de cada persona y sus sueños. Desde aquel entonces mi alma vuela cada anochecer para guiar las estrellas al firmamento y cuidar que el trazgo no robe nuevamente los sueños de las personas. Fin kelox
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exequiel alejandro robles ponce
silvana