Eros; Una pasin inmortal...Parte 3
Publicado en Jan 17, 2010
El agua hirviendo acariciaba mi piel lentamente. Seducía, pacientemente, con el calor extremo que producía. Sin embargo, al contacto con mi piel parecía tremendamente fría. Qué se puede esperar del cuerpo de una inmortal. Froté suavemente mi cuerpo, quitando asperezas ajenas a él. Mi mente divagaba en pensamientos, pensaba en él, en el lobo, en las guerras futuras entre ambas razas, pensé en los mortales, en mis dulces y vulnerables mortales. A veces suspiraba, a veces sonreía, o cantaba. Quien me viera o escuchará seguramente me tacharían de loca y ridícula, y pues no estarían tan errados, jamás, en mis más de dos siglos me había comportado así.
Salí de la ducha desnuda, dejando que el aire concentrado en la habitación me recibiera, el cabello mojado caía en mis hombros, y mis labios eran mojados por la saliva de mi lengua. Canturreaba, seguramente un tema de años pasados, no recuerdo cuál. Me detuve frente al espejo, me miré de pies a cabeza y viceversa. Sonreí. Concentré la mirada en mi vientre, lo acaricié de forma mecánica, incluso me puse de perfil y observaba su tamaño. Reí como loca, sin parar, reí por las locuras que hacía, no tenía ni un día y ya me miraba diferente. Me sentía como una mujer con un embarazo avanzado, qué estúpido, pero así fue. •- ¿Dónde estuviste anoche? - Me sobresalté al escuchar la voz varonil. Salté de inmediato y cogí una toalla para cubrir mi frente. - No quise asustarte - dijo Lorenzo y sonrió -. ¿Por qué te cubres de mí? Tu cuerpo me lo conozco de memoria. •- Lo conoces sobre mi voluntad - dije con pausa -. Espiar a la gente es tu especialidad - lo miré -. ¿Qué haces aquí? ¿No sabes que debes tocar? - me detuve - Cierto, tú no conoces de modales. •- Victoria, tu padre estaba preocupado por ti - ignoró mi pregunta -. ¿Dónde demonios estabas? - se aproximó demasiado a mí y me sujetó fuertemente del brazo - Espero no hayas estado con esos...animales. •- Y si así fue, ¿qué? - dije zafándome de él. Rió. •- ¡Victoria, Victoria! - dijo paseándose por doquier - Eres tan ingenua. No tienes idea de a quién te refieres. •- ¿Y tú si? Se aproximó hábilmente a mí, arrojándome al espejo. Éste se rompió, hiriéndome la espalda. Hice una mueca de dolor. •- ¡Esas cosas, son bestias! - gruñó - ¡Bestias sin razón, animales! ¡No juegues conmigo Victoria! - enterró sus dedos en la carne de mis brazos y me besó. Lo mordí fuertemente y él bramó - ¡Eres una estúpida, Victoria! - arrojó la toalla al piso y frotó mi piel. Le escupí la cara y se rió a carcajadas - No creas que no sé dónde estuviste. Aún hueles a él. Su saliva sigue en ti. Tu vulva aún sigue mojada - puso su mano sobre mi sexo y metió sus dedos -. Sí que lo está. Me moví fuertemente y me zafé de él, aventándolo, cogí la toalla nuevamente y me tapé. •- ¡Lárgate de aquí! - grité señalando la puerta - ¡Lárgate y no vuelvas por aquí jamás! •- Bien, lo haré - dijo, se limpió la boca y olfateó de su mano mi aroma -. Aunque tu padre sabrá que estuviste con él, y sabrá también que te entregaste a él, constantemente - sonrío, ampliamente -. Al igual que sabrá del lobo - me lanzó un beso -. Chao, querida - guiñó un ojo y salió sin más. •- ¡Arggg! - gruñí. Tiré la toalla y me dediqué a vestirme - No es posible esto. No, no dejaré que me arruine mi día. ¡Grrr! Terminé de vestirme y pensé en ir con mi padre a saludarlo, pero no quería escuchar reclamaciones y discusiones por lo que hice ayer. Seguramente Lorenzo ya le había informado de todo. No, no tenía ganas de tolerar eso.
Página 1 / 1
Agregar texto a tus favoritos
Envialo a un amigo
Comentarios (0)
Para comentar debes estar registrado. Hazte miembro de Textale si no tienes una cuenta creada aun.
|