Paco silbando bajo domando el tiempo
de la derrota,
a su trabajo le da discursos
y la belleza anuda surcos
que va enlazando y va pintando
una Mendoza desenfrenada como una
teta que busca el guiño
de su corpiño como emboscada.
Paco pura silueta meta gambeta
en la tempestad,
tranco que va dejando polvos sentidos
por la ciudad
roncando al frío de la epopeya
aunque esté solo y tiemble por ella
y no cuestione a los comandantes
que nada saben de los amantes.
Paco ya no hay futuro,
sólo el cianuro duerme en la boca
y hasta el rigor mas duro
se desespera si se equivoca.
Hubo una vez perdón,
por las mujeres,
por el fracaso,
por la ternura.
Paco dulce bravura
demonizando la noche oscura,
va disparando letras, lecturas
aunque ellos vengan ya degollando.
                                                        A  Paco Urondo