EL GRITO DE HAROLDO
Publicado en Jan 19, 2010
Un odio picana clausura las letras del libro futuro nos priva del hombre soñando ser árbol, ahora dormido abrazado a su jaula. Mucho antes del odio que vino por nuestra conciencia abrimos las alas del sueño y la gloria, y fuimos un bar, cien ginebras rodeadas del culto bullicio, de los pescadores de un Delta furtivo que siempre escondía eslabones poetas. Un odio infiltrado en las noches bohemias detrás de una página suelta, ahora marcada, mirando hacia adentro, por los corredores de un mundo distinto que nunca debió imaginar esa estirpe pagana, tan desaforada por hacerlo todo con su estilo llano, mucho mas humano que el de los saboteadores. Ahora es Ajeno quien puebla esos ojos postreros, perdidos, vacíos de días y noches, clavando un metal furibundo en el hueco profundo de torturadores, acaso personas que astillan el alma, sabiendo que allí es donde arde la llama, donde un caldo clamor se cocina, donde solo el absurdo temor de las ruinas, tal vez vaticina un peligro peor. Hay quejidos que hermanan los cuerpos allí bostezando contando las horas, acaso atisbando los verbos futuros y entonces algunos perciben los ruidos, las voces de un nuevo traslado, un vuelo cortito adentrándose al Plata y cuerpos dopados y un gol de domingo y parques con niños y plazas discretas, un amor derrotado, un gorrión aguerrido fácilmente cazado por el odio picana, asistido de a ratos por consuelos del alma, mamelucos, sotanas, tradición de la patria, masacrando fervores, nunca mas escritores atreviéndose al mundo ahora todo es normal, ahora es todo tranquilo y del loco que un día soñaba ser árbol florecieron ciruelos caminando animados por el sol primavera. A Haroldo Conti
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Jorge Dossi