Recuerdo de Juventud con los amigos-Parte 10
Publicado en Jan 21, 2010
Recuerdo de Juventud con los amigos
Parte 10 Teníamos dieciséis años y estábamos convertidos en hombres pero faltaba la frutilla para el postre para egresar, un afilamiento final de cuchilla, en definitiva. Una noche, todos dormíamos, menos yo, que me encontraba desvelado pensando sobre mi futuro. De repente, al cerrar mis ojos, siento reuidos de tropel de caballos. Me levanté y mirando por la ventana pude ver que había llegado Filipo, el Rey de Macedonia. Coino, uno de los soldados que vigilaban la Academía, le avisa al mayordomo para que éste avise a Aristóteles. Me intrigaba la presencia de Filipo y a altas horas de la noche; sin que nadie me viera decidí espiar para saber qué pasaba.... - ¡Hola, compatriota amigo mío!, pareces un sombi... - saludó con una sonrisa el monarca. -Amigo Filipo- dijo con mucho sueños el Maestro- todavía no puedo despertarme y otro lado me sorprende tu visita... Tendría que haberme avisado que venía así todos preparábamos un buen recibimiento para tí... Amigo Aristóteles-dijo Filipo, pasando de la alegría a la preocupación- Vengo por mi hijo Alejandro y el resto de sus compañeros, la ciudad de Pella necesita del servicio de nuestros muchachos... ¡Ya, ahora mismo! Amigo, todavía falta un toquecito final para dejarlos listos, necesito un chiquito de tiempo... Son jóvenes todavía... ¿Sucede algo malo, amigo? Filipo contestó - ¡Arde Troya! Estoy harto... mi ejército y yo cuando apagamos el fuego por el este entonces se prende fuego por el oeste... Ese Demóstenes de porquería les llena la cabeza a nuestras ciudades Helenas diciendo que yo soy un monarca esclavista y tirano que quiere tener a la población como sombi cuando yo quiero unir ciudades, brindar educación, capacitar soldados, es decir, hacer fuerte a nuestros pueblos helenos para vencer al imperio Persa o a cualquier enemigo, pero siempre hay uno que me lleva la contraria, todo esto me enfurece... (Filipo camina de un lado a otro) - Amigo, para colmo el imperio Persa está dispuesto a apoyar a Demóstenes, porque saben que Macedonia se está haciendo fuerte, esa minoría Ateniende no puede ver el progreso de los helenos, quieren hinchar las guindas y por eso debo luchar contra unas ciudades que se levantaron y dejar a Pella a cargo de Alejandro y sus compañeros, considero que hago lo correcto. - Tranquilo Filipo y toma asiento- Dijo Aristoteles manifestando calma- ahora comprendo, el conflicto y la discusión siempre caracterizó a todos los helenos... Es por eso que somos superiores a cualquier imperio porque sabemos pensar y pelear por lo que creemos, pero esta vez los pueblos Helenos deben entender que deben seguirte porque tú los llevará a la gloria... de niño te conozco y sé que eres capaz, amigo.... Bueno, los muchachos, pienso que harán bien sus tareas ciudando de Pella mientras tú estás apagando el fuego... Nuestro Harpalo, es un buen calculador y queda como anillo al dedo trabajando en la parte administrativa; Casandro es bueno como espía e intrigador; Hefestión un excelente estratega; Tolomeo es buen muchacho, tiene vocación de literato o escriba pero puede ser un buen guerrero; Pérdicas es un poco Frío pero excelente guerrero; el oso Cratero es muy buen compañero pero excelente guerrero, Laomeón es buenodominando las lenguas extrangeras... Si bien faltaba pocos detalles los muchachos ya están capacitados.... Filipo abrazó y agradeció a Aristóteles por todo el trabajo hecho. A la mañana siguiente, Filipo tuvo un buen recimiento de su hijo y de nosotros así como de todo el equipo que estaba en la Academia de Mieza. Se le comunicó a Alejandro que sería regente de Macedonia y nosotros sus ayudantes, como si fuera él el rey y nosotros sus funcionarios. Todos prometimos que haríamos con eficacia las tareas encomendadas. Todos llegamos a Pella muy contentos y expectantes. Pudimos ver la plaza llena de gente, los comerciantes cerca del gran lago vendiendo las mercaderías, los hoteles de dos plantas, y las casitas de dos o una planta con patio y detrás, las colinas con un cielo azul de fondo. Filipo fue con su ejército a apagar las llamas de los rebeldes y mientras tanto Alejandro estaba a cargo de Pella. El podía hacer las funciones del rey, ya que su padre estaba ausente. Pensé que sentiría miedo pero por el contrario tenía una gran seguridad de su persona. Por suerte, los primeras semanas estaba todo en orden, Ale controlaba a los soldados , luego la residencia, el pueblo y también la parte administrativa, en donde yo estaba trabajando, ordenando papeles y escribiendo los sucesos de cada jornada junto con el Secretario Eumenes. Los compañeros estaban trabajando como soldados y Hárpalo se ocupaba de la contabilidad, ya que nadie le ganaba en esa materia. Hefestión estaba como estratega o sino nos ayudaba en la parte administrativa al igual que Laomedón. Estábamos chochos y más si veíamos sonreír a nuestro Alejandro, ésta actitud quería decir que todo marchaba como viento en popa... Ale no era rígido, nos daba días libres, entonces organizábamos regios banquetes con abundante comidas, bellas mujeres cuyas pasiones disfrutábamos, músicos tocando danzas alegres y mucho vino del cual bebíamos sin cesar. Todos bebíamos y hacíamos pavadas graciosas. Nuestro Ale disfrutaba pero no bebía, quizas no quería perder la coherencia. Pude espiar, porque me encanta saber lo que hacen las personas, que mi amigo Alejandro salió del palacio y en su soledad se puso a observar las miles de estrellas que titilaban y brillaban en la obscuridad. Pensé que quería volar y escapar de su Macedonia, a buscar un no se qué, presentía que quería saber a donde llegaba el final del más allá. Tiempo después, le avisaron a nuestro regente, que unos embajadores persas venían. Mis compañeros y yo estábamos asustados y blancos como la cal. Nuestro Ale nos dijos que no debíamos tener miedos que eran embajadores que vienen en son de paz. Los embajadores Persas llegaron y todos les dimos un buen recibimiento. Por suerte, Alejandro pudo negociar con ellos llegando a acuerdos que no distorcionara la fragil relación. Mi amigo tenía táctica y habilidad, entonces pudo sacarles información de los lugares importantes y estratégicos para el comercio, armar la guerra, además pudo conocer las costumbres que estos distintos sabiendo que muchos de estos distintos países que estaban sometidos por el rey de reyes persa no estaban contentos de pertenecer a ese imperio y que no veían la hora que un salvador los salvace de su desgracía. Ale prestó atención a todo lo que decía y lo más importante que pudimos saber era que estos persas pertenecían al grupo que no estaba satisfecho con el Gran Rey. Alejandro prometió que estaría predispuesto en ayudarlos si necesitaban ayuda. Después de pasar unos días en nuestro reino,estos muchachos persas se fueron con una gran sonrisa a su reino. Al pasar muchos años, pude enterarme que los embajadores divulgaron que estaban sorprendido ue mi amigo tan jovencito tuviera una gran inteligencia, táctica, y predisposicón para manejar el reino. Ale era así, una energía viviente carismática aunque si alguien lo hacía enojar tenía un carácter podrido. Todo estaba tranquilo y era una bella tarde cuando estábamos Eumenes, Alejandro, Hefestión, Laomedón Harpalo y yo tomando aperitivos y picando carne con pan hasta que llegó el mayordomo acompañado de Clito y Coinos. Tenían una caras de traste. Ale creía que le había sucedido algo a su padre, pero no. Resulta que unas tribus insignificantes estaban rebelándose por el noreste, nos informaron Coino y Clito. Nos sorprendió que Ale estaba sonriente. Después entendí que no haríamos tareas llanas sino significativas cuando Ale nos dijo- Muchacho, queríamos acción ahora bajo mi mandato la vamos a tener. Ahora está en todo el grupo demostrar lo que Aristóteles y los maestros nos enseñaron, debemos poner huevos y a atacar a los microbios insignificantes que quieren jodernos la vida. Si esperamos que mi padre haga todo jamás conoceremos la acción y nuestras capacidades, mañana marchamos a atacar. Nosotros convencidos en sus palabras gritamos-¡Siiiii, viva el regente Alejandro!!!! ¡Ganaremos la batalla! Antípatro, el padre de Casandro, el estratega y amigo de Filipo, que estaba como subregente, se oponía a la idea de Alejadro diciendo que debía dejar las tropas por las dudas que nuestro rey Filipo las llegase a necesitar y dijo que estas tribus no eran peligrosa y que sólo hacían ruidos. Alejandro hizo caso omiso y preparándonos a todos, como si fuésemos a una expedición marchamos. Las tribus salvajes nos hicieron frente, al principio estábamos un poco asustados porque éramos nuevos en la batalla pero Alejandro pudo romper el hielo comenzando el enfrentamiento con hidalgía y valentía, esta actitud nos dio fuerza. Luchando con arco, flecha, lanzas y espadas, vencíamos al enemigo. Era todo una adrenalina enfrentar en batalla a los enemigos, yo no tenía tiempo de temer, porque debía estar con mil sentidos atentos para no perder la cabeza, por suerte matába al que se me venía encima e igual mis compañeros, y si alguien estaba en peligro el otro compañero se la ingeniaba y le salvaba la vida. Asi somos los macedonios. Finalmente, pudimos ganar nuestra primera batalla y sometimos a los rebeldes que quedaron bajo el mando macedonio. Alejandro fundó en esa tierra su primera ciudad a la que llamó Alexandrópolis, luego nuestro regente mandó a construir templos, casas y estatuas de su persona. Yo dento de mi pensaba si Filipo lo iba a felicitar o le iba a agarrar un ataque. Despues de dejar todo bajo control en Alexandrópolis, retornamos a Pella siguiendo el camino serrano lleno de arbustos, una viviendas perdidas que veíamos cada vez que un perro caminaba con dos patas, un arroyo y después vimos a Filipo, y con cara de c*** se puso en frente de su hijo - ¡Que bonito, hijo! Macedonia podría caerse en pedazos y ser atacadas por unos tarados enemigos mientras tú, que te dejé de regente para que ciudaras la ciudad y el Palacio, te vas de paseo con todos tus amiguitos y el ejército mientras deja a Pella vacía de defensores, ah, molestando a tribus insignificantes y haciendo agrades fundando ciudades, ¡Qué desgracia la mía!... Cómo no los dejé con Aristóteles, él tenía razón de que les falta maduréz... ¡Un momento, padre!- Atacó con firmes palabra Alejandro- Primero, mis amigos y yo no estamos paseando sino que fuimos a dar una lección a unas tribus rebeldes y lo logramos. Las pusimos en su lugar y ahora ellas sirven al propósito de Macedonia. Otra padre, Pella no quedó vacía de defensores sino que dejé hombres eficientes y a Antípatro que estaba para reemplazarme en caso de que surgiera revueltas y yo tuviese que ausentarme, como es este el caso. Alexandrópolis se convirtió en una ciudad como la gente... ¿Te parece padre que no hemos hecho nada cuando dejamos a Pella en orden y a los extranjeros contentos? Clito intervino- Majestad, Alejandro y los muchachos trabajaron duro en su ausencia para que usted luche tranquilo, ¡festeje su triunfo,! ya que usted logró tranquilizar las aguas de los pueblos rebeldes y alégrese que su hijo, todo un hombre, hizo un buen trabajo por usted y Macedonia. Filipo recapacitó y pudo valorar la labor de su hijo y la nuestra. Nos dio la razón, luego padre e hijo se reconciliaron y finalmente para festejar los triunfos tanto del padre e hijo, comimos un asado acompañado de buen vino bajo la luz de la luna. Después nos quedaba volver al día siguiente a Pella, a esperar nuevas aventuras. Continuará la parte 11
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María José Schiavi
Me alegra mucho de que haya parecido emocionante. He cumplido si te ha gustado, ya estoy preparando uno de los últimos capítulos. Espero que te encuentres bien.
Te envío muchos saludos y suerte
María José
Alfonso Z P
y ganaron su primera batalla. Ya se están viendo los frutos de las enseñanzas
recibidas de Aristóteles y los otros maestros. Demóstenes era buen filósofo, pero como
orador era mejor, atraía y convencía a la gente, un tanto radical eso sí.
Veremos que pasa en las próximas parte.
Gracias amiga, por estas entregas entretenidas y a la vez educativas, las disfruto mucho,
las narras en una forma maravillosa y manteniendo un suspenso sutil.
Abrazos: Alfonso