La poesía
nace en el advenimiento de las cosas.
La poesía
es una transparencia que remece al alba.
Viene a vivir en sus tejidos suaves
a estremecer sus manos sobre blancas páginas.
La poesía no es maniqueísta
y se extiende más allá del bien y del mal.
Brota de las lágrimas concretas
y de las miradas de la niña abstracta.
Se desvanece en vertigos sin dejar vestigios
y viene sin traer celadas.
La poesía se urde a si misma.
Puebla y despuebla los reflejos.
La poesía llena la barca de las horas
y puede palparse en los desvanecimientos.
Sobre mi se construye y me arma
y crea el existir con su mirada.