Monólogo de un universitario de filosofía
Publicado en May 01, 2009
Tendido sobre mi cama, mi lugar predilecto para ausentarme del mundo y sus ruidos.... Un par de resortes del colchón hincan la parte más blanda de mi espalda haciéndome recordar el urgente reemplazo.
¿Dónde está mi libro de filosofía, el minigyn para mi músculo mental? ¡Bah! Debe estar en el librero metido como una cuña entre Aristóteles y Platón, mintiendo sobre ética y fantaseando sobre materialismo. ¡Qué bonita era aquel caramelito del autobús! Su carita ovalada, ojos almendrados. ¡Hay, Dios mío! Y ese cerquillo, y esos labios pintados de rosa. Pero, ¡qué bien estaba la niña! Yo sé que le gustaba, hice la prueba del distraído y cayó redondita en la trampa. Miré por la ventana como interesado en alguna cosa, y ella no perdió el tiempo para una rápida inspección. ¡Ja, ja! Ni cuenta se daba que la observaba de reojo. Y yo firme en mi actuación de distraído. Y, ahí otra vez, una segunda inspección, esta vez sobre mi cara. ¿Qué pensaría el bomboncito? "¡Qué bueno está el chocolatito!", supongo, o mejor "¡Está para comérselo con zapatitos y todo!" ¡Ja, ja! ¡Qué divertido! Y luego, el detalle de voltear despacio como si no supiera lo que sucede a mi alrededor y ella girando la cara con rapidez tratando de hacerse la desentendida. Ahora me toca a mí -me dije-: La primera inspección de rigor, la de cuerpo completo. Botines negros de punta de alfiler, blue jeans muy bien calzado, blusa blanca y chaqueta negra de corduroy, ¡Ah! Y sus ojos, ¡qué ojos, por Dios! Sé que se daba cuenta que la observaba, pues se reacomodaba en el asiento, y se cerraba más la chaqueta mientras seguía firme haciéndose la distraída. La situación ya estaba para el siguiente paso: llamar su atención. Tiraría al suelo mi tarjeta, me agacharía para recogerla y le preguntaría si no era suyo. Ella me contestaría que no, y yo inocente me calificaría de tonto y se la ofrecería de regalo. Y así lo hice, tire mi tarjeta, pero con tan mala suerte que cayó debajo de mi asiento y al querer buscarla el vehículo frenó y me golpeé la cabeza, ella se sonrió y se bajó del autobús. ¡Qué vergonzosa situación! ¡Já! ¡Estúpido de mí! Debo practicar cómo tirar mi tarjeta con mejor estilo. ¿Dónde estará mi libro de filosofía?...
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María Marta Eliggi de Cazau
El texto me gustó mucho, y más que lo compartas. ¿Has visto que tenemos un ser prehistórico en Textale? Creo que lo llaman Verano.......... jajaja.
Saludos.
Marta
Enrique Orellana
Gracias por tu gentil comentario.
Enrique Orellana
Verano Brisas