EL REGRESO DE MOLOCH
 
Yo, que una vez fui dios de los fenicios,
los cartagineses y otros pueblos antiguos
que vieron en mí el símbolo del fuego purificador,
he caído en el ingrato olvido
por causa de un porvenir incierto
donde yazgo sin veneración alguna.
 
Las nuevas generaciones
me hundieron en la oscuridad del tiempo
bajo el peso aplastante de la materialidad.
 
Mi boca ya no surte al encendido vientre
las víctimas propicias para el holocausto,
y tambores y trompetas se han callado
ignorando las órdenes de los sacerdotes
que intentaban ocultar el llanto
y los gritos finales de los sacrificados.
 
Todo está en suspenso, y otras épocas
cambiantes y peores siempre,
crearon la necesidad de nuevos dioses,
más violentos y corruptos que sus progenitores.
 
Pero los ángeles rebeldes no desisten
mientras los comande mi poder divino,
y han regresado a recubrir con sangre
la hoguera de mis ígneas entrañas
que antaño deglutieron inocentes niños.
 
La humillación sufrida por mi sacro imperio
jamás volverá sobre la faz terrestre,
y seré reverenciado como entonces
en la suprema vastedad eterna.
 
Hoy puedo decir que ya Moloch
está posicionado nuevamente
en el Olimpo de las divinidades.
Moloch ha regresado para no partir,
encarnado en la insana condición humana.
¡Ja! ¡Ja! ¡Ja! ¡Ja!... ¡Ja! ¡Ja! ¡Ja! ¡Ja!...
¡Ja! ¡Ja! ¡Ja! ¡Ja!... ¡Ja! ¡Ja! ¡Ja! ¡Ja!...