Venian al barrio de tierras lejanas
soplando las damas que tontos ayer ignoramos.
Martitas, Alicias, Gracielas y Claudias, paseaban
ansiosas su estirpe de hembras dejando en zaguanes
la piel estampada.
Y nuestras conquistas por otras comarcas
también perturbaban a sus caballeros,
celosos guardianes de nobles hazañas.
Juancitos, Carlitos, Huguitos y Jorges
robando los besos con frágiles armas.
Amamos, odiamos, reimos, lloramos,
tropiezos a tiempo, festejos paganos,
fracasos cantados, divorcios sentidos,
casorios prohibidos y cuernos al paso.
Volvimos por ellas para preguntarnos
si fuimos los tontos que un día perdimos,
por irnos tan pronto buscando la gloria
en otras comarcas, en pos del deseo,
del polvo sagrado,
para que otros vengan y planten banderas
y beban por novias, esposas, amantes
y abuelas y vivan por siempre
en los cuentos de barrio.