Meridiano
Publicado en May 02, 2009
Agoniza el mundo y tú lo sabes
pero que importa. Nubes tóxicas sacuden los continentes, una burbuja hueca de valor crece. La pizarra corre fugaz en un círculo inútil, (nunca superará al paso de un cometa) el payaso asciende y desciende su martillo, arroja chucherías, se abraza a los idiotas de turno… ¿Las pizarras se detienen?... no. Avanzan, avanzan... (un mínimo movimiento destruye). Circo Romano, concluyo. Él, gestado en otra parte, del mismo mundo, sostenido en los famélicos brazos de su madre, testigo atónito. Dueña y señora es la muerte, en esas tierras de este mismo mundo. Él, criado para morir, atrincherado mirando el cielo, enmudecido de ausencia cómo presente ido. Un rictus facial y el frío húmedo del cuerpo, seca sangre de sus heridas, la ausencia gobierna. ¿Qué importancia tiene la bandera, el color o el credo? Ella los iguala, el terror los une. Sobre una creciente acumulación de cadáveres la burbuja crece y crece. Los hombres hacen gestos alocados, las pizarras juegan y la tierra desgarrada gira. La sonrisa del enano tiene su sabor sus tres martillazos sintetizan el acto final de un “día de gloria” (Son unos hijos de puta) Los índices danzan, de manera macabra, la música compuesta por el llanto de los miserables sin nombre acompaña la puesta en escena. Reiterativo ganan los mismos, pierden los mismos. De vez en cuando, las primeras figuras permiten que algún actor de reparto se destaque, siempre éste traidor será carne arrojada a las bestias. El sol sale y se oculta, el viento corre libre, la lluvia moja. El universo sigue su curso. El ínfimo mundo nuestro agoniza. Una ruinosa pléyade de consagradas figuras huele a mierda, abraza a los condenados, los acaricia, los consuela y asesina. El enano continúa, (ya he perdido la cuenta), la misma sonrisa, el mismo abrazo, el mismo gesto, podrían estar muriendo sus hijos y la pantomima no se detendría. ¡Allí está!, ¿miren lo ven? ¡Arroja cosas a los sirvientes desde el balcón! Las luces fluyen satelitalmente, levantan las manos al cielo, gritan... ¡Imbéciles! ¡Por más migajas que les tiren están condenados! El mundo agoniza de una manera organizada, aquí y allá, antes, ahora y después. Agoniza. Una indómita migración de espíritus y cuerpos se arrastra suplicantes en busca de un futuro. Los humildes?, los descastados?, los prisioneros del neocom? Lo sabemos sus huesos descansarán en tierras distantes (ni nuestros restos nos han dejado). El enano histérico trina de alegría por la jornada, la masa inerme no participa del festín, la mayoría ni siquiera sabe de su existencia. Sigue… Protegido por las paredes de Wall Street, cabalgando sobre el palco de la muerte. Desplegando estandartes de una guerra no declarada la peor de las guerras. Lo sé, él partirá antes de la caída. ¿El mundo agoniza… quién lo duda? La bolsa gira y gira, los poderes sé auto convocan y protegen, mientras el UNIVERSO observa. En su magnitud aguarda tranquilamente sabe que tarde o temprano… se tomará revancha.
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