Que Nadie Vea
Publicado en Jan 29, 2010
Margarita, al levantarse lo primero que hace es mirar atreves de su venta ve como caen gotas que opacan su apartamento y rayos que rompen su simulación de paz
Sin más apuro toma un café y una tostada que ese día decidió comer sin mantequilla se siente algo rara un mal presentimiento tal vez, va se ducha y observa su cuerpo perfecto muy femenino sin duda alguna, lo ha conservado durante los años es la belleza hecha mujer. Al salir, observa su cabello negro y crespo tapándole parte de sus senos lo cual al hace sentir aún más mujer se viste con afán al ver que su trabajo la espera Unos jeans ajustados algo rotos en la rodillas, una camiseta que le da el talle perfecto a su cintura unos tacones y su cabello recogido es el toque perfecto para resaltar lo femenina que es ,toma su bolso y sale tarareando una canción que le trae viejos recuerdos : ‘’ El Gran Varón’’ Se despide como de costumbre con todo el que se encuentra a su paso, toma su sombrilla y abandona el edificio Es un día diferente musita pero decide no ponerle mucha atención, con tranquilidad, toma un bus que la lleva directo a su trabajo pasando por toda la séptima y ve con un poco de afecto la zona por la que ha caminado con orgullo Mientras el bus toma una curva, Margarita sonríe acordándose de esas frases que alguna vez gritó: ‘’ Detrás de los balcones también hay maricones, detrás de las ventanas también hay lesbianas ’’ suelta una leve risa y algo extraño la inunda de orgullo. Baja del bus y llega a su trabajo: Un café sin mucho futuro y lo único que se le pasa por la cabeza es cuando saldrá de esa rutina que la agobia .Sigue escuchando el fuerte aguacero acompañado a lo lejos por unas campanas que no son más si no el llamado de la Iglesia de Lourdes lo único ‘’ normal’’ que parece estar en su zona Así, comienza a pensar hace cuanto no va a una iglesia, años atrás, lo recuerda, fue su ultima vez, hace tanto se alejó de donde no es bienvenida de donde la señalan por pecadora ignorando que su mismo Dios la hizo así . Sin ganas, vende algunos tintos y ya que no ha tenido un día libre hace mucho decide pedir este sin ánimo, Carmenza, la dueña del café le dice que puede irse Con los audífonos de su radio viejo en los oídos decide caminar fuera de la iglesia y de repente imágenes de desprecio de su mamá hacia ella vienen a su mente y se pregunta ¿Por qué a mí? Se le inundan los ojos, decide dejar de pensar en eso, va hasta donde un hombre que sin la menor muestra de felicidad le vende un minuto: ‘’ Hola Caro, estoy en Lourdes ¿Nos podemos encontrar en media hora en el Parque Nacional? ‘’ A lo que Carolina responde: ¡Claro, en media hora estoy allá! Margarita, se dirige al parque empapada de recuerdos y al llegar contempla el escenario que ha sido infinidades de veces marco de amor entre iguales. Caro, llegá muy puntual como siempre sus tacones altos y su ropa escotada a pesar del clima .Por su cuerpo se nota que algún día fue un hombre aunque ahora se siente más mujer que nunca, es una mujer. Se saludan de beso en la mejilla y comienzan a caminar lentamente hasta la Plaza de Bolívar se saben muy bien este recorrido como olvidarlo si se pinta de colores en cada Junio Se les va la tarde ignorando miradas discriminatorias y hablando de cosas de mujeres, ya en la plaza alrededor de las 6 de la tarde Caro se despide tiene que ir con su pareja Así, Margarita se queda sola metida entre palomas y un palacio que no ayuda de a mucho En su radio suena Morena mía de Miguel Bosé y recuerda un viejo amor lo cual le deja el ánimo por el piso con la cabeza baja se va caminando subiendo por la Casa de La Moneda hasta llegar al Chorro de Quevedo ignorando la hora y el peligro que pude correr. Agotada, comienza a devolverse hasta el parque, después de diez minutos habiendo avanzado ya siente un gran peso sobre su espalda es el ser mas tosco que ha visto en su vida y con miedo escucha como le grita: ‘’ Mariconsita se lo advertimos, este es el final de su arcoíris’’ y le entierra un cuchillo que le perfora uno de los pulmones y el hígado. Ese ser, desaparece rápidamente entre los callejones de la Quinta y así deja a Margarita tendida en el piso apretando entre sus manos soledad, homofobia y una manilla de colores.
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