Una noche entre Tequilas y humo de cigarro la besé suavemente era la primera vez que sentía esa sabor a Pétalos de Rosa. Inimaginable, inaceptable tal vez, pero así fue con la luna de testigo y las estrellas de cómplices la hice mía, logré entrar en lo profundo de su mente, de su alma, de su cuerpo.
Y al compás de esto estaban los latidos de mi corazón sentenciando que desde ese día la amaría como a nadie.
Mi lengua, jamás volverá a recorrer un camino tan dulce y peligroso a la vez pues nada se compara con el espino de su piel.
De sus labios bebí respiros agitados y de sus oídos inhalé palabras de amor.
Esa noche de Tequilas dormí entre sus piernas queriendo así llorar y reír a la vez.

A sus pies les di la fuerza suficiente para seguir el camino que nos mostro el amor.
A sus labios les dejé el mismo sabor para vivir encantada de sus besos
Y por último dejé en su cabeza recuerdos que la ayuden a no olvidarme.