Una larga tradición machista pone en duda la contextura cerebral de as mujeres. Quizás esos chistes sean una expresión del miedo la desesperación de depender los hombres de una sala de maquinas mental a veces tan incomprensible. Muchas mujeres en cambio, sobre todo se reúnen en grupos de amigas, se manifiestan con algo de consendencia respeto a la simplicidad de los hombres: SOMOS BRUTOS, SON COMO NIÑOS, SON TODOS IGUALES, y tienen razón.
Circula por Internet una rutina de un cómico que se refiere precisamente a este drama cerebro-sexual
Frente a una cabeza escultórica clásica que representa un hombre, el cómico sostiene que el cerebro masculino esta compuesto de CAJAS
La caja de DINERO, la caja del SEXO, la caja de la política, la caja de la comida... Los hombres cuando tenemos una preocupación abrimos la caja correspondiente de esa preocupación y allí dentro hacemos lo que podemos. Después la caja se cierra y pasamos a otra.
Pero hay una caja que es LA CAJA DE LA NADA.- la nothing box, dice en ingles el cómico.
- es cuando el hombre esta inmóvil con una caña de pescar en las manos, pensando precisamente en nada o cuando hace zapping o mira el techo
- es cuando viene la mujer y le pregunta
- en que estas pensando?
- En nada
- No, no puede ser. No puedes no estar pensando en nada.
Pero el hombre esta sumido en su caja de la nada, una zona cerebral estructuralmente incomprensible para la mujer.
Si ella insiste, quizás el hombre le deje entrar amablemente a su caja cerebral de la nada. Y ella al asomarse, advierte que en verdad no hay nada.
- pero si aquí no hay nada?
- Es lo que te dije
- -mmm... habría que ponerles unas cortinas, una mesa...
Pero entremos ahora en el cerebro femenino, nos proponle cómico en su rutina y se acerca también a una cabeza clásica, Estévez de mujer.
¿Qué hay dentro de ellas?, bueno, no hay cajas. Lo que vemos es como una madeja de cables palpitantes de diversos colores. Si uno de los cables se descompone, el vapor y la presión empapan al sistema completo. Al poco tiempo estamos al borde de una explosión, de una catástrofe del sistema. Situación que pilla al hombre del todo desprevenido.
Si el cerebro amenaza con estallar, lo único que puede hacer la mujer es acercarse a otra mujer, y así a presión emocional pasa al cerebro de la amiga.
El cerebro masculino, compartimentado, hace de cada cosa un afán. El de la mujer, en red con todo e resto de cosas que puede ella pensar o sentir, nos acoge cariñosamente como un todo(si las cosas van bien) o estalla incontroladamente(si la cosa van mal).
Es le drama y la magia de las diferencias. Si tuviéramos los mismos cerebros no seria tan divertido, ni tan intenso, no tan dramático. No existirían ni las canciones de amor, ni la publicidad, ni el glamour, ni las películas, ni las novelas. Nuestro drama y nuestra felicidad arrancan de esta diferencia de arquitecturas mentales.
Delfy
Interesante propuesta.