Los espejos:
Publicado en Jan 29, 2010
La tarde caía a solas en el rancho, contempla la belleza de la puesta del sol. Acaso no era eso un regalo de dios, pensó, si no, estuviera el cielo cubierto como siempre en esta última semana.
Entró y se sentó en su mecedor de siempre, un poco raidos y obsoleto por todo el peso del tiempo y culpas que había soportado. Sumido en su soledad, en el calor de una buena taza de chocolate y el frio de la noche, se dejo caer en un profundo sueño. Sabía que no debía; pero el manto del sueño lo tapó por completo. Oscuridad… soledad… silencio… un grito… un brillo… un espejo. Se despertó… otra vez no, el mismo sueño, pensó que con un buen tiempo sin dormir se iría, lo dejaría solo, lo apartaría de sus recuerdos. Encerrado en una pequeña habitación brillante y empañada, parecería que su vida sería mejor en el arrullo de los cansados; pero eso solo lo empeoraba todo. Pensó... quizás, había alguna solución, al atravesarlo… quizás; al romperlo… lo encerraría aun más. ¡Sí! Otra vez los parpados le pesaban, esta vez no iba a luchar contra el sueño. Oscuridad… soledad… silencio… un grito… un brillo… un espejo… esta vez no se asusto, camino atreves del corredor hacia el espejo, con cada paso más frio, con cada paso más calor… era algo indescriptible. Lo tocó y como cualquier otro reflejo su mano; lo agarró, lo contrajo hacia sí mismo, trato de meter su cabeza, sus pies, sus codos, NADA… al colocarlo en sus lugar, algo inesperado pasó… se cayó al suelo y se…PARTIÓ... Lo miró con amarga demencia. Ahora entendía a Belcebú el dia que lo invoco y lo atrapo en ese mundo: “NADIE ESCAPA A SU PODER, Y EL QUE LO INTENTA, SE TERMINA SEPULTANDO A SI MISMO”
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diana frias