A mi maestro
Publicado en Feb 01, 2010
Alguien había apostado por el desarrollo educativo de un barrio nuevo, cuyos pobladores fueron pescadores expulsados de sus tierras a orillas del mar, de donde salían a pescar en sus pangas en una bahía hermosa rodeada por una enorme cantidad de enormes palmas que escondían las cabañas de ellos y las redes expuestas al aire libre, así como de campesinos que buscaban un nuevo porvenir; posiblemente, por haberse cansado de trabajar durante largos jornales bajo el sol; abriendo surcos, donde inmediatamente se lanzaban las semillas de maíz, chile, fríjol, las cuales emergían con la suerte y la ayuda de la naturaleza, que jugaba un papel importante en el destino de esta siembra, porque cuando la lluvia era escasa, el cultivo moría deshidratado, o si era abundante, lo ahogaba. Pero cuando la naturaleza era generosa, se lograba ver entre los tallos y ramas de estas plantas los verdes destellos de la esperanza, que desaparecían con la llegada de los intermediarios mafiosos, quienes se iban repletos de mercancía en sus grandes autos de carga, pagándoles por su trabajo una gran miseria, debido a la gran cantidad que existía de los mismos productos. Varios de ellos resistiéndose a vender el sudor de sus frentes a estos comerciantes explotadores e insensibles, veían en pocos días como sus productos se iban pudriendo bajo las radiaciones inclementes del astro sol, por el simple hecho de carecer de los medios económicos para comprar un transporte, el cual les facilitara, ofrecer sus mercancías ellos mismos en la ciudad y venderlos a un costo justo.
Abajo, no más de seis cuadras, se estaba formando un complejo turístico para las estrellas de Hollywood y luminarias nacionales a través de la construcción de nuevos hoteles, casas residenciales y locales comerciales, recibiendo estos los lugares más exclusivos y bellos frente a una limpia y extraordinaria bahía, con una veintena de playas, expropiada a los pescadores sistemáticamente para ¨ el beneficio de la nación ¨. Con estas grandes superficies confiscadas y monopolizadas, los futuros ricos; herederos de tres Presidentes expropiadores, se convertirían rápidamente en exitosos empresarios inmobiliarios, vendiendo estos terrenos a precios especiales a dichos astros, formándose así, una frontera visual entre los nuevos barrios y la gran avenida principal, construida con la más sofisticada técnicas de construcción para esa época; hasta tenía en medio de los carriles, una fila de palmas en toda su longitud. Como agradecimiento por el desarrollo del puerto, la famosa Costera fue nombrada con el nombre de uno de los expropiadores que lanzaron a los pescadores hacia unas cuadras arriba, donde los niños jugaban en calles llenas de polvo y las aguas negras que corrían a todo lo largo de éstas por la falta de un buen plan urbanístico de esa nueva colonia. El maestro regalaba los fines de semana sus horas de descanso, organizando todos los sábados en las canchas de la secundaria competencias con diferentes juegos deportivos para que los alumnos se desarrollaran, no sólo mentalmente, sino físicamente. Con estas actividades deportivas se evitaba que los adolescentes se fueran a la playa en sus horas libres a tomar cerveza o a fumar un cigarrillo de marihuana. Estos sábados eran de fiesta y al terminar estas competencias, los jóvenes regresaban a sus casas completamente cansados, esperando con impaciencia el otro fin de semana. Además, las mañanas de los domingos eran día de visita familiar para el maestro que incansable visitaba las casas de los niños más conflictivos e inquietos para conocer el estado emocional de cada uno de ellos en su ámbito familiar. Las calificaciones de varios de ellos variaban de excelente a suficiente, ya que no eran constantes en su asistencia, detectando en varios de los casos la falta del apoyo paternal, y por consiguiente, económico. -Sra. ¿Por qué no ha mandado su hijo a la escuela? - ¡Hay maestro!, hace dos meses, mi esposo murió de una infección en el hígado, los médicos le diagnosticaron cirrosis. Él era carpintero y yo le ayudaba en las noches a vender gorditas y enchiladas. Con eso íbamos pasándola, pero ahora que estoy solita, no me alcanza el dinero para mantener a mis hijos, y pues el mayorcito encontró un trabajito de peón en la zona turística para ayudarme con el gasto. - ¿Qué puedo hacer maestro? -Sra. su hijo es un buen alumno, mándelo a la escuela, y luego vemos como le ayudamos con el gasto... La casa del maestro estaba siempre repleta por sus alumnos a cualquier hora. Ahí también se desarrollaban grandes competencias de ping-pong o domino. En una de las paredes de la sala de su departamento tenía una biblioteca repleta con libros que él había recolectado desde sus estudios y con estos; otros alumnos que, en realidad fueron dos de ellos, empezaron a interesarse por la lectura de los diferentes escritores que este gran pedagogo leía o había leído. Nunca se le veía cansado a pesar de que todos sus niños todos los fines de semana estaban con él. En los exámenes semestrales tampoco tenía tranquilidad, explicando materias de otros profesores que los alumnos no entendían El maestro adoptó económicamente a tres alumnos que querían seguir estudiando. Los ayudó desde la secundaria hasta que terminaron sus estudios universitarios y ninguno de esos futuros profesionales le quedaron mal, ya que se aplicaron en los estudios, hasta que finalmente, orgullosos le llevaron sus certificados universitarios...
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Carlos Campos Serna
Saludos..
Edgar Omar Neyra
Muy bello texto.Bastante presiso y claro.Saludos.
Estrellitas.Un abrazo.Mucha suerte.Edgar Omar!
Carlos Campos Serna
Alma Andrea
Saludos.