Se acercaban a nosotros con paso firme
Publicado en Feb 01, 2010
Se acercaban a nosotros con paso firme. Paso redoblado. Golpeaban sus escudos con sus macanas. Nos querían intimidar. Las botas hacían temblar al suelo y sólo alcanzábamos a ver cascos negros detrás de más cascos negros detrás de grandes escudos.
Nos miramos unos a otros, cada quién buscó la presencia de quién tenía a su derecha e izquierda. Encontramos confianza, seguridad, compañía... Encontramos el sentir de la gente, la inconformidad, el malestar. Encontramos aquello que despertó en nosotros de a poco. Aquellos que nos hizo decir un día "alto". Los granaderos seguían avanzando y sus botas retumbaban cada vez más fuerte en nuestros oídos. Sentí como mis compañeros de cada lado apretaban más la cadena que habíamos formado con los brazos. Miré furtivamente a mi izquierda y vi a una chica, no más de 19 años, tenía la nariz un poco roja, respiraba muy fuerte y tenía los ojos un poco rojos, pero estaba decidida. Su decisión se notaba en su mirada, y a pesar del miedo (todos teníamos miedo) nunca soltó sus brazos. Dió también un vistazo a mi lado y nuestras miradas se cruzaron. Fue como un abrazo reconfortante en medio de la tragedia. "No estas sola". Voltee a mi derecha y vi a un hombre, de unos 35 años, serio y erguido, con la mirada fija al frente. No parecía mirar a nadie, sino a un punto lejano, más allá de nosotros o de los granaderos. Más allá del lugar en dónde estábamos y más allá de todo. También sintió mi mirada, volteó la cabeza en dirección a mi, me miró a los ojos, apretó sus brazos con los míos y sonrió. Acto seguido, volvió hacía el frente. No nos dejaremos vencer, porque somos seres únicos, con mente y espíritu propio. No nos doblegaremos ante 5 o 6 que nos quieran controlar. Somos más. Somos más. Los granaderos están frente a nosotros. Nos intimidan, nos gritan, nos insultan y amenazan. No respondemos y no los miramos. Por un momento el miedo me invade y siento temblar mis piernas. Los temores de todos los días salen a flote y siento un vacío terrible en el pecho, como si una fuerza me apretara el corazón hasta aplastarlo. Los granaderos gritan algo y un coro de cientos de voces a mis espaldas y a mis lados gritan un tremendo "¡No!". La esperanza volvía en mí y por primera vez en varias horas me hacía consciente de cuántos estábamos ahí parados. Se nos volvió a gritar y respondimos con todas nuestras fuerzas "¡No!". No nos dejaremos intimidar. No nos dejaremos derrotar. No nos dejaremos doblegar y no nos dejaremos controlar, porque somos más que ellos.
Página 1 / 1
Agregar texto a tus favoritos
Envialo a un amigo
Comentarios (0)
Para comentar debes estar registrado. Hazte miembro de Textale si no tienes una cuenta creada aun.
|