Amanece en mi mundo.
Mi gato en mi regazo,
yo en mi butaca,
mi butaca en la nada.
Saturno entra por la ventana y se desviste.
Lanza sus anillos encima de un biombo.
Viene de la rioja y la solera.
Espectrales cuervos amarillos
me dicen que así amanecía en Lepanto.
Mi mano no termina en un garfio,
No debo escribir obra quijotezca.
Me echo al lado de mi amada
que flota en la sustancia de los gorriones.
Veo su volúmen perlado.
Las largas secciones de su pierna.
Sus senos de frutas seleccionadas
y el movimiento de su piel azafrán.
Con ella y sus disonancias me tostaré al sol
y la devoraré a besos, etapa por etapa.