El escritor y yo
Publicado en May 07, 2009
Leyendo como muchas otras veces, un día caí prendada de las palabras de un escritor, pero ésta vez de diferente manera.
Visitaba su blog a diario antes de dormir para suspirar con sus poemas y me rebelaba junto con él al leer sus columnas políticas cada cuatro días en el diario nacional. Compré sus libros y recité sus versos una vez, diez más, cien... hasta aprenderlos y los imaginé solo míos. Un día, loca ya por las letras y el frenesí de la juventud, me armé de valor y le envié un mail directo, honesto, sin palabrería y lleno de deseo: Señor D.E.: Perdone mi atrevimiento pero es usted único culpable de mi enamoramiento prematuro. Me gustan sus palabras, no puedo dejar de leerle y menos abandonar el deseo que siento por usted. Quiero hacerle el amor. No tengo esperanzas y mejor lo comunico antes que mi tálamo estalle, mi voz se disipe o esta noche se extinga. Desde un corazón taquicárdico, su admiradora y enamorada, B. Los siguientes días seguí grabandome sus frases en la memoria y sin pensarlo, olvidé un poco a mi platónico escritor. Una mañana fresca, de las que casi no hay en esta ciudad, recibí por correo su respuesta. Mi corazón volvió a saltar del mediastino. "Misteriosa, seductora M.: Sus palabras son un halágo para este su humilde escritor enamorado del amor. Sé que no es empresa fácil hacer la corte ni hacer el amor, pero a su servicio me dispongo, me aventuro a cortejarla desde este momento en esta letra, con mis palabras y con lo que de ellas derive. Como trato prenupcial, adjunto aquí un poema que me ha sido inspirado por usted, misteriosa mujer que me ha animado los días. Desde la lejanía con afecto, D.E." Así, el poema más amoroso del mundo, llenó mis pupilas, se extendió a mis órganos, invadió mis sentimientos y me hizo suya en ese mismo instante, por siempre. Derechos reservados (c) 2009.
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doris melo
Carlos Campos Serna
Verano Brisas