Viajando con la camiseta mexicana
Publicado en May 08, 2009
La camiseta verde
Por: Carlos Campos Serna Un día me puse "la verde" para viajar por algunos lugares de este mundo, es decir, la camiseta oficial mexicana de fútbol. Afortunadamente no eran tiempos de cólera, pero si, de un virus que se había detectado en la ciudad de México nombrada primeramente ¨ gripa porcina ¨ Orgulloso de cagarla puesta, inicié mi viaje desde otro país fuera de México, lógicamente nadie lo sabía, en el primer control que era de tránsito ya habían detectado por un scan mi temperatura corporal. Por supuesto mi cuerpo tenía una temperatura saludable, pero a pesar de eso me interrogaron. Finalmente después de seis horas me trasladé al hotel. En esa ciudad me iba a quedar solamente dos días. En el primero mandé a lavar mi camiseta por el mal olor, que con orgullo me la ponía en los partidos de fútbol de mi selección en el extranjero. Anduve por allí por acá con tranquilidad y lo más sorprendente, nadie me evadía, el segundo día tampoco me la puse, y anduve nuevamente por allí y por acá sin que nadie me sacara el paso, para sorpresa mía, me saludaban o se reían conmigo . Para evitar futuros problemas, como en la llegada, decidí ir de incógnito, pero mi pasaporte con nacionalidad mexicana me volvió a jugar una mala patada, en migración a mi nuevo destino, nuevamente fui interrogado, esta vez por algunos minutos. Cuando se dieron cuenta que yo no había iniciado mi viaje desde la ciudad de México, sino de otra nación que estaba a muchos kilómetros de distancia de mi ciudad contaminada, sentí nuevamente la sensación de ser libre, pero a pesar de eso, sin quererlo ya me había entrado una vergüenza en el espíritu, la noté cuando la punta de mi nariz sintió un pequeña cosquilla dentro del avión, que por lo general se escapa a través de un estornudo, el cual pude controlar con una concentración casi de un maestro de meditación hindú. En el control de los viajeros de mi nueva estadía, por suerte, sólo me miran con desconfianza, y es así que, vuelvo a sacar con orgullo mi camiseta para recorrer las calles buscando los diferentes puntos importantes de esa ciudad. Cansado me siento en una mesa de un restaurante donde el mesero me reclama, el por qué no traigo un tapabocas por el simple hecho de cargar "la verde", se retira y yo me quedó esperando mi café durante varios minutos, desesperado por la decortesía , me retiro y tomo un taxi donde nuevamente soy censurado por el chofer, el cual me pide que me baje a media calle sin que el semáforo estuviera en luz roja. Sin entender este rechazo continuo sin ganas, conociendo la ciudad. Algunas historias se repiten en los últimos países que anduve recorriendo, pero sin mi camiseta, que anduvo en el último campeonato mundial de fútbol recorriendo ciudades alemanas sin ningún problema de racismo, muchas veces hasta los alemanes se animaban a gritabar ¡Viva México ¡. En unas de ellas tengo que cambiar los últimos dólares que me quedaban, presentando mi identificación de nuevo, el encargado se niega a recibir mis dólares. Sin cenar me voy a dormir mi última noche de este viaje irreal, no si antes se salieran unas lágrimas que recorrerían mis mejillas y parte de mi cuerpo discriminado por el rechazo de la gente. Al día siguiente, después de conocer nuevas culturas y algunas costumbres me preparo para regresar a donde tengo mi hogar, a la salida y entrada de cada país, de nuevo tengo que explicar que lamentablemente no he estado en el país que me vio nacer, desde el último verano. Estando en el departamento lo primero que hago es meterme a la ducha para quitarme ese pánico de la gente, el cual fue saliendo de mi alma hacia el drenaje, mientras dejaba correr el agua caliente. Con el espíritu limpio de la vergüenza me volví a poner "la verde" para que me inspirara a escribir este texto de miedo e ignorancia.
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