Humo II
Publicado en Feb 17, 2010
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El camino con los animales y niños fue largo, y Syl, debido a su rabia, había olvidado el hambre y la sed.
La noche siguiente fue ineludible buscar una alimaña y hacerla comestible de alguna manera así es que ella tomo esa misión y envió a dos pequeños en busca de agua, escuchaba un río correr cerca.
Se internó un poco en el bosque para encontrar algo, pero de pronto escucho un terrible sonido que sonaba como un cuerno de guerra, que significaba muerte para ella, lo que la hizo detenerse y buscar cerca de donde se habían establecido. Los perros olían algo entre  unas ramas y al mirar encontró una pequeña cueva, había hallado una madriguera, y sin meditarlo saco de su cinto el cuchillo y lo introdujo certeramente, escuchando un chillidito de muerte del animal. Y con la mano ensangrentada lo saco y lo envolvió en un par de hojas. No podía evitar pensar que sentiría si esa sangre fuera de los malditos bastardos que le quitaron todo, menos el peso de la vida.
 
Al llegar donde los niños, vio que sus caritas de alegría por la comida Cocinaron y bebieron el agua que habían traído en unos pequeños tachos que habían logrado sacar de su aldea antes de escapar. Comieron la poca carne que consiguieron del animalillo, y se recostaron para imaginar q solo salieron de paseo y todo seguía como antes. O por lo menos los pequeños hacían eso, Syl soñaba con sangre, tripas y venganza. Como si el odio la estuviera consumiendo.
 
Al clarear el día emprendieron de nuevo el viaje, caminando extenuantes horas, el sol en lo alto no los ayudaba, y lo poco que habían comido ya se había esfumado de sus estómagos, estaban agotados, incluso uno de los niños sufrió un desmayo, mal augurio para los caminantes desesperanzados. Vagaron por horas, hasta que la líder les dio la venia para descansar. Se sentaron todos en un claro del bosque y por primera vez en el viaje pudieron conversar distendidamente. Syl les contaba sobre la ves que le pidió a su hermano que le enseñara a luchar y este la miro con ternura intentando aguantar la risa.
Y todos los pequeños reían.
 
Hasta que oyeron mucho ruido, cada vez mas ruido. Y de entre los árboles salió  un tipo inmenso, ataviado con cueros y metales. Con una espada en la mano.
 
- Miren, ¿Qué tenemos aquí? Si son pequeños niños y con regalos incluidos. ¡Ajajajaja!. ¿Quién será el primero en morir?
 
Syl toco la empuñadura  de su cuchillo, pero no con suficiente cautela. El hombre gigante le grito que se quedara quieta a la vez que enterraba su arma en el cuello de uno de los niños. Y este quedo en el suelo con la mirada perdida y con extraños sonidos saliendo junto con la sangre de su garganta.
 
Luego agarro a Syl del  pelo y la tiró al suelo.
 
- Aquellos que quieran seguir con vida vendrán conmigo. Los que no pues que luchen por su libertad y mueran en el intento. Ya saben lo que puedo hacerles.
- Por favor...
- ¡Calla! Ven aquí.
 
La volvió a agarrar del pelo, esta vez para arrastrarla junto a el. Caminaron un pequeño trecho y vieron a más hombres gigantes. Eran hombres extraños, de grandes barbas, cabellos tan rojos como la sangre que había en sus hachas, raros pictogramas dibujados en sus caras, brazos, armas, escudos y armaduras.
 
- Oye Jefe, mira lo que te traje. Una jovencita para que tengas diversión
 
El tipo que supuestamente era el jefe se quedo mirándola, con una extraña expresión. Parecía entre horror y sorpresa. Era como si la hubiera reconocido de algún lado.
 
- Odgor, déjala ahí, y que la vigilen, tengo que comentarte algo pedazo de imbécil.
Lo llevo a un lado para decirle:
 
- ¿Viste sus cabellos?, responde, ¿te fijaste en su cara?, ¡en su figura! ¿No te recuerda a alguien?
- No, jefe solo es una jovenzuela impertinente. Quiso sacar su cuchillo para atacarme la muy…
- Shhht. ¡Insensato! Sus cabellos son tan rojos como el fuego que lame la muerte, y su cara está impregnada de fuerza guerrera. Podría matarte con la mirada. Estoy casi seguro de que es una de ellas.
-¿De quienes, Jefe?
- Una de esas, ¡ah! Cuentan que algunas valkirias rondan cerca de nosotros que están perdidas, que aun no encuentran su verdadera naturaleza.
 
Odgor lo miró con horror.
 
Mientras tanto, donde estaban el resto de los hombres algo terrible sucedía. Cuando dejaron a Syl con ellos, todos se miraron y echaron suertes. El ganador sería el primero en violarla.
La tomó de los cabellos y la apoyó contra un árbol mientras desgarraba sus ropas con furia y le manoseaba los pechos. Syl intentaba resistirse y cubrirse pero las ropas ya habían caído al suelo. Trato de rasguñarle la cara pero al hacer esto todo fue peor, el tipo la golpeó, y saco de su cinto un cuchillo corto que le apoyó en sus  más íntimas partes.
 
- Si te vuelves a mover vas a sentir dolor de por vida, putita.
 
Syl se quedó quieta mientras ese tipo la ultrajaba. Su olor a hombre le daba nauseas y se sentía tan aplastada que le costaba respirar. Y mientras el tipo la arremetía una y otra vez la golpeaba también. Hasta que se desmayo.
 
- Es una debilucha. No nos servirá de esclava. Deberíamos matarla y ya.
- Nark, que haces puerco de los mil rayos. Justamente le decía al otro imbécil que no fueran a  cometer tamaño error.
 
Nark miró a Odgor con cara de interrogación, y Odgor les dijo a todos lo que su Kodran, el  jefe, pensaba.
 
Todos se horrorizaron. Claro que solo un poco.
Kodran, cubrió a Syl con unos cueros, la dejó sobre un caballo y levantó el campamento para marchar hacia la aldea por la orilla del río. Los niños venían amarrados tras el caballo de Syl. Caminaron alrededor de tres días, en los cuales Syl divagaba entre la conciencia y los desmayos del trauma. Y los niños no podían dejar de llorar al recordar lo horrible que habían visto.
 
 
Hasta que por fin llegaron a una aldea establecida cerca del río que estaban siguiendo.  
Había muchos más de aquellos hombres, con sus mujeres y niños, como una aldea normal. Solo que su apariencia se mantenía espantosa. Dejaron a  los niños y los animales en un corral. Y Kodran se llevó a Syl a su choza. Le ordeno a su mujer que la cuidara, y le explicó toda la historia. Ingunn no quería tener ese pesar en su casa pero su hombre aseguraba que debían revertir el daño causado.
 
A un lado de la aldea había mar y aterradores barcos, cuyos mascarones de proa semejaban la cabeza de un dragón. Con los que saqueaban pueblos enteros.
Era claro que para estos hombres una pequeña niña de 13 años y sus niños jamás significaría una amenaza.
Syl pasó al menos 4 días con fiebre, delirando, gritando que mataría a todo aquel que osara hacerle daño otra vez. Estuvo bajo los cuidados de Ingunn, era una mujer dulce, que  la cuidaba como si fuera su hija
Cuando recobro el sentido miró a la mujer con furia. Pero esta la calmó y le aseguró que nada le pasaría.
 
- Los niños. Donde... ¡donde!
Se levanto y salio de la choza y le pregunto al primer hombre que vio, que de casualidad era Odgor. El tipo al verla se asustó y le dijo:
-          No me odies.
-          ¿Dónde están los niños?
-          Los hemos tomado de esclavos, están trabajando para ganarse el pan, aunque solo quedan 5 los demás han muerto asesinados o enfermos. Pero no nos culpes, es así como vivimos, así es como hemos alcanzado la gloria y el favor de los dioses.
-          ¿Por qué te importa tanto que no los odie? Lo mas probable es que me usen de esclava igual que a ellos o de meretriz para tu jefe.
-          No, tu no.
 
Syl lo miró extrañada, y Odgor se marchó a paso acelerado. La verdad es que temía muchísimo que en el momento en que ella se revelara lo aniquilaría.
La niña observó a su alrededor y vio al jefe bebiendo con un grupo de hombres.
-          Señor, no se con qué propósito me ha cuidado y protegido de estos sucios puercos. Pero debe dejarme ir, a mí y a los niños. Necesito dejarlos a salvo.
-          Niña, tu te quedas aquí. Estoy convencido de que algún dios te habrá enviado y si es así debo cuidarte y protegerte cuanto pueda. Con respecto a los niños no hay nada que hacer. Son esclavos y así se quedan.
-          No lo entiendo. Como los dioses me odian tanto. Primero envía a unos hombres a destruir todo lo que tenia, a matar a mi familia y ahora me mantiene cautiva. Es culpa de mi madre por ponerme este nombre sin un significado. Decía que lo vio escrito en el cielo mientras me paría.
 
Los hombres se miraron unos a otros cada vez mas convencidos de que Syl era una valkiria dormida y atrapada.
 
-          ¿Puedo pedirle al menos que no asesinen a otro más? Somos los únicos que quedamos de nuestra raza.
-          Está bien, pero si mueren no lo veas como nuestra culpa. No los tocaremos pero si enferman deben cuidarse solos
-          Está bien es razonable.
 
Además de eso y casi como un favor, les pidió un entrenamiento en la batalla. Todos al unísono se largaron a  reír y tomaban grandes bocanadas de aire para seguir con sus carcajadas, menos el más pequeño de ellos que se veía apartado y callado.
Pero era la protegida del jefe y como se encontraban en esa extraña situación, aceptaron el trato a pesar de lo chistoso que este sonaba para ellos, y le advirtieron a Syl que ellos eran vikingos, los más grandes y temerarios navegantes y saqueadores. Ella en un encogimiento de hombros demostró algo de ignorancia y no le importo, si esto era cierto, que fueran sangrientos y temerarios, el entrenamiento seria realmente bueno para ella y podría cobrar la venganza tan deseada y ansiada por su corazón.
 
 
Le dieron a escoger un maestro para que le enseñara, ella eligió al más grande, al que le recordaba a Konkhi.
Era un guerrero de casi 2 metros, con largas trenzas rojas  y una abundante barba, portaba 2 grandes hachas y un cuchillo que más bien parecía una espada, y su nombre era Gadmund.
 
Le advirtieron que el entrenamiento no duraría mucho pues estaban esperando que los dioses les dieran la venia para navegar. Luego, ellos se pondrían en marcha para “trabajar” como ellos lo llaman. Pero no mezclarían esa sangre con la de su pueblo.
Por lo mismo, Syl decidió comenzar su entrenamiento de inmediato con Gadmund en el uso de la espada.
 
Primero, Gadmund le pidió que le contara por que una niña de 13 años como ella, quería usar una espada y por que viajaba con jóvenes a su cargo.
Syl tuvo que explicarle lo de la destrucción de su aldea, como vio que todo ardía en llamas y como su familia se había quedado a luchar en vano. Se lo contaba entre mínimos sollozos.
 
-No llores, eso no va con un guerrero, ya sécate la cara, y echa los hombros hacia atrás, eso, así. Y saca pecho, así intimidas... bueno, algo. Ahora quiero saber, para qué quieres entrenarte en la batalla.
-Mi motivo, es la venganza. Gadmund, quiero encontrarlos y matarlos, a todos, incluso les sacaría los ojos, para que pierdan su alma pútrida.
 
Gadmund sonrió casi con orgullo, y le palmeó fuertemente la espalda. La pequeña Syl casi cae, y se puso a reír débilmente, mientras Gadmund se sujetaba el pecho en rugientes carcajadas.
 
El entrenamiento ese primer día fue sencillo, empuñar la espada y los primeros movimientos, el segundo día, comenzaron temprano, junto con el sol. Syl ya comenzaba a admirar a Gadmund y, extrañamente, notaba que él le tenía cierto cariño. El tercer día, cuando le estaba enseñando a detener golpes, escucharon el sonido de un cuerno, era la alarma, la misma que oyó atemorizada hace tres días cuando buscaba alimento. Pero esta vez era distinto, una batalla se aproximaba, hasta Syl podía olerlo en el aire, ese olor a sangre y a humo, el mismo que había sentido ese día de la destrucción de su aldea.
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Foto del autor Sole Grebe
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Descripción

Segunda parte, Syl se acerca a su destino... solo un poco

Palabras Clave: humo Syl Rk Gadmund Kodran Solesin

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Relatos


Creditos: Solesin y Hulk

Derechos de Autor: Solesin y Hulk

Enlace: http://humodesolesin.blogspot.com


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Sole Grebe

Responder
March 16, 2010
 

Sole Grebe

=) graciaaas!!!
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March 16, 2010
 

inocencio rex

y si... a mí ya me había gustado "humo de huno", pero ahora te quedó muy bien.. los personajes tienen más aristas y la secuencia del ataque a la niña agregó dramatismo al relato.. muy bueno
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March 05, 2010
 

Antonio JImenez Villa

En los dos capitulos que acabo de leer ( humo 1 y 2) veo el inicio de una exelente novela. Has creado un buen personaje, en esa heroina adolesente, un espacio indeterminado que describes en pocas palabras, y un tiempo que nos lleva a la mitologia. Aún vás en la introduccion, pero estaré pendiente del desarrollo de la misma.

FELICIDADES.
ANTONIO J.
Responder
March 05, 2010
 

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