El escritor sin ideas...
Publicado en Feb 22, 2010
Al escritor, no le interesaba ver, si calificaban sus textos con una o hasta cinco estrellas en una página de internet, en donde los había subido, sino que estaba agradecido con las personas que, de alguna manera, se habían tomado su tiempo para leerlos, pues desde mucho tiempo atrás ya estaba estrellado, al considerarse un artista desconocido, casi invisible y solo, entre sus cuatro paredes y con un dolorcito de cabeza constante por tener muchas ideas y ninguna a la vez.
Un día, decepcionado, decidió salir de su ratonera, porque quería respirar aire puro, al no soportarse ni el mismo de sus olores de sudor y de gas butano. Antes de llegar a su destino, pasó por una dependencia pública repleta de personas, quienes esperaban a ser atendido por los servidores públicos, que estaban saboreando su cafecito en horas de trabajo. Al no encontrar ninguna silla, se escondió en un rincón y esperó pacientemente hasta que los burócratas tuvieron la decencia de trabajar: Tú me ayudas, yo te ayudo, así fue como se imaginó la discusión entre el empleado y el ciudadano, de lo contrario su documento saldría en algunos meses, o quizás jamás. Después de salir la persona extorsionada, también él abandonó esa oficina, encontrándose con otra realidad, la cual estaba aconteciendo al otro lado de la acera. De nuevo fantaseó otro diálogo entre un chofer que se había pasado la luz roja y un policía de tránsito. El infractor, reconociendo su falta, respondía: Hágame la boleta, por favor. Recibiendo una respuesta: fíjese, que ya se acabaron, así que el auto se tendrá que ir al corralón y pues ahí no respondo por su seguridad. Usted me ayuda, yo le ayudo, así todos quedamos contentos y después puede irse a tomarse un cafecito tranquilo en aquel restaurante. Siguiendo su recorrido no le quedó más remedio que entrar a donde el desconcertado conductor ingresó a beber un té de tila para calmar su culpabilidad de haber participado en ese acto de corrupción. El narrador pidió un capuchino y enfrente de él observó a dos hombres vestidos de saco y corbata, que entre bocado y sorbos de brandy, comentaban sobre negocios. El narrador con sus orejas hacia delante y sus ojos hacia atrás, ya no supuso, sino escuchó: Tu proyecto no pasa porque tiene tres niveles de más, y eso hace crecer la densidad de población; posteriormente, esa zona tendrá problema de agua y vialidad, pero si tú me ayudas, yo te ayudo para darte la licencia de construcción. Cuando el Secretario de ..., y el empresario salieron felices del local con algunas copas de más, él se quedó tranquilamente a leer el periódico y ahí vio en el encabezado de la primera página, cómo un ministro había recibido dinero de una empresa extranjera para ganar la concesión de la draga de pozos petrolíferos. Finalmente, el ¨escribidor¨; ahora sí, se fue tranquilo hacia la playa para respirar aire puro, porque después se pondría a trabajar entre cuatro paredes y sin dolor de cabeza en un nuevo relato que lo nombraría: ¨ tú me ayudas, yo te ayudo....¨
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Mercedes
Carlos Campos Serna
Saludos
Edgar Omar Neyra
Un saludo.Mucha suerte.Saludos gran arquitecto.
Estrellas.Edgar Omar.
Alma Andrea
Yo seguí el consejo de alguien que me invitó
a platicar con algunas mujeres que están en la cárcel
y de ahí surgieron algunos intentos. La tuya fue buena estrategia
que, con tu gran habilidad, resultó este terapéutico relato.
Saludos.
Mara Ester Rinaldi
Felicitaciones.
Un abrazo....María Ester.
letra