Matemática ¿estás ahí?
Publicado en Feb 23, 2010
En el nombre de Dios te llamo:
Matemática ¿estás ahí? y tú te escondes asustada entre binomios y polinomios para huir de la propuesta envuelta en postulados que se caen hacia el abismo de tu ateísmo circular. Elevas tus teoremas hacia exponentes materiales y tu ínclito ateísmo se enreda entre las paradojas de la inexactitud de tus proposiciones. Mientras tanto tus numeros se alargan... se alargan... y el pi de tu circunferencia se hace tan imperfecto que nunca tiene un límite. Es ahí dónde no encuentras la exactitud de tus cálculos y toda tu trigonometría se enreda entre cosenos, entre senos y tangentes, entre cotangentes y probabilidades. Haces cálculos para hallar la inexistencia de Dios en tus palabras pero tus palabras son vacíos al hablar de las funciones que has convertido en enigmas. ¿Enigmas de qué materia? te pregunto en el aula y tú, Matemática Atea, te pones nerviosa... nerviosa... hasta que el arco de tus parábolas se llenan de escepticismo. Nunca fuíste capaz de hallar respuestas a las raíces tan cuadradas y primarias que se me escurren entre los dedos para convertirse en nada. Sí. Una nada de vectores que no se dirigen al alma. Te llamo en nombre de Dios mientras Jesucristo espera a que resuelvas el paradigma de tu pi y tu alfa y tu omega sin darte cuenta, asustada, que toda tú eres un quebrado llanto de impotencias. Haces operaciones y sumas y restas a los días segundos con tal de no saber que existe ese Dios tan Absoluto. Sí. Construyes tus algebraicas y agnósticas propuestas sin saber exactamente el número de planetas que existen en el Universo. A ti te llamo Matemática de los ateos apotegmas y las síntesis agnósticas de tus números naturales, de tus número primos, del cuadrado de tus raíces y de tus parábolas imposibles. Son tus líneas paralelas una locura inexacta que jamás se juntan en un punto de esta Tierra enriquecida de versos y poemas. Me basta con decirte adiós para saber que ya soy libre de tus cálculos centesimales. No. Yo no soy una centésima parte de una persona... ni ningún cáculo de probabilidades me ha dado la existencia. Dios observa silencioso mientras giras en las órbitas de las ecuaciones dogmáticas. No. Matemática querida... de aquellos tiempos ya olvidados... en tus ecuaciones y derivadas no existe mi yo. Mi yo sólo pertenece a un único Destino que no son tus cálculos algebraicos ni tus quiméricos postulados. Y tes escondes asustada para intentar resolver vanamente el problema de la tortuga y Aquiles con tal de querer ser exacta... pero el tiempo pasa... Aquiles está dormido y la tortuga no avanza más allá de los límites que Dios puso a su vida. En nombre de Dios te llamo, Matemática Atea, y tú te escondes en principios simplemente metodológicos usando la Lógica Racional de tus razones sin peso. Jesucristo sólo observa y sonríe en el Camino mientras escribo un poema al cálculo de las estrellas que es mucho más exacto que tus números infinitesimales. Sí. Claro que hay un infinito pero allí sólo existe un Dios que permanece vivo mientras tus logaritmos neperianos se entretienen en los senos de los cosenos, las tangentes y las cotangentes sin sentido. Y abres tus libros y lees intentando entender mis versos mientras los niños los cantan simplemente con su espíritu. No sigas tirando dados en el cosmos sideral para hallar la respuesta. Dios vive y es mucho más que un juego de sabios lanzando a suerte o no suerte el poder por fin encontrarle. Y Jesucristo sólo sonríe mientras escribo un poema a ese Universo pequeño que habita en mi corazón.
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